Cogolleros: ¿Cómo se defienden los cultivadores si van a por sus plantas?

Marcelo I. (mantenemos el anonimato a pedido del entrevistado), un hombre de 45 años del barrio Matadero de Santa Rosa, dejó de batirse a duelo de puño y navaja limpia hace 8 años, precisamente cuando curtió de lleno la cultura cannábica no solo para fumar y estar bien “loquito”, actividad que realiza desde sus 12 años, sino para observar el mundo desde esa perspectiva. “Me convertí en un chabón más relajado”, cuenta.

Pero en abril del 2014 protagonizó la última de sus riñas. Esa noche le robaron las 5 plantas del patio de su casa y se empecinó en seguir el rastro que dejaban las chalas en el camino. Conocía el barrio como conoce su rostro. Llegó hasta una cuadra donde sabía que vivían dos “malandrines”. Asomó la cabeza por el tapial. Efectivamente ahí estaba su cultivo. Llamó a un amigo, compañero de aventuras, y entraron por una ventana.

Dos jóvenes estaban sentados alrededor de una mesa, organizando parte de otro botín. Antes de que se den cuenta, se vieron descansando en el piso con los ojos inflamados, la nariz ensangrentada y la amenaza del filo de un cuchillo. Marcelo tomó sus plantas con la ayuda de su colega y se fueron.

Sin embargo estas historias no siempre terminan así. Un mes antes de que Marcelo recuperase sus ejemplares, hace 8 años, en el barrio Empleados de Comercio, asesinaban al primer cultivador en todo el país a manos de cogolleros. La víctima era Claudio “Mono” Méndez, que días previos estaba siendo acosado hasta que la madrugada del 15 de marzo del 2014 dos individuos desde el techo de su casa le disparaban con un 9mm a Méndez que estaba parado en la vereda. No llegó con vida al hospital. Pese a la frialdad del asesinato, nadie fue condenado.

Esa noche le robaron las 5 plantas del patio de su casa y se empecinó en seguir el rastro que dejaban las chalas en el camino

Esta semana se revivió el viejo tema del robo de plantas de marihuana a raíz de un video viral en el que se puede ver a un hombre ingresar al domicilio de un cultivador. Tras percatarse que estaba siendo filmado, el “cogollero” se retiró y media hora después regresó con unos guantes y un barbijo para no ser identificado.

El hecho generó enorme repudio en toda la comunidad cannábica y afines que, cansados de la impunidad que persiste desde siempre en estos casos por un vacío legal, empiezan a pedir una suerte de “justicia por mano propia”. Ya existe, por ejemplo, una cuenta dedicada exclusivamente a escrachar cogolleros llamada escrachatucogollerolp . Por otro lado, la bronca e indignación se pueden ver en los comentarios de la publicación del video que hizo Revista BIFE.

Es cuestión de organizarse, todos sabemos quiénes son los cogolleros y dónde encontrarlos”, deslizó un usuario. “Yo le quebraría las piernas y le corto los 3 dedos”, pidió otro. “Tienen que disfrazarlos de moretón”, aconsejó uno. “ROMPELE LAS RODILLAS”, propuso alguien. “Manitos fracturadas con su posterior yeso delatarán por las calles al cogollero”, dijo una y otro la hizo corta: “Comprá una pistola y se acaba la ratoneada”.

En este contexto, se volvió a plantear la pregunta: ¿Cómo defenderse si van a por tus plantas? La marihuana para consumo personal todavía está en un área gris, excepto para quienes se hayan anotado en el Reprocann (registro de personas autorizadas al cultivo controlado con fines medicinales y/o terapéuticos). En estos casos el usuario puede presentar la denuncia por el delito de hurto. Sin embargo, el doctor Agustín Rodríguez Lamas, abogado especialista en Derecho Penal y miembro fundador del equipo de Green Hemp Soluciones Cannábicas, advierte: “Si una persona que cultiva y que dice que hace aceite pero en realidad es materia vegetal para fumar, aunque esté registrada en REPROCANN, termina exponiéndose, porque se puede iniciar una investigación penal, donde el denunciante puede ser más investigado que el ladrón de plantas”.

¿Y qué queda para aquellas personas que no están anotadas en dicho registro, que son la gran mayoría? el gramo de marihuana en el mercado clandestino cuesta 1500 pesos. Muchos cogolleros están dispuestos a todo para hacerse del botin y comercializarlo. Pero también muchos cultivadores hacen todo lo que tienen a su alcance para proteger sus plantas.

Este medio se comunicó con varios cannabicultores que han sido víctimas de cogolleros para descubrir las formas que emplean para cuidar sus plantas. Si bien la mayoría no tiene ningún mecanismo de defensa, dejan la suerte echada al azar mientras conviven con paranoia durante los meses de cosecha, otros usuarios utilizan distintas herramientas –algunas más temerarias- para resguardar sus plantas.

Sebastián (se reserva el apellido), de cercanías del barrio Atuel, que no estaba enterado de la muerte (click) de un joven el año pasado por tocar su propio cerco electrificado luego de ver que su hijo estaba a punto de hacerlo, utiliza este método para defenderse.Me robaban todos los años. Primero intenté taparlas con media sombra, después puse vidrio roto en los tapiales, pero ponían una frazada y pasaban a mi patio. Hasta que puse cámaras y un alambre electrificado y no me robaron nunca más. Tengo un video en donde se ve al cogollero cómo se electrifica cuando toca el alambre. Es hermoso, se los voy a pasar”.

J.T de 30 años vive en el Santa María de las Pampas. Él tiene un pitbull sanguinario bien entrenado. “Frodo está entrenado para no comer ni mear las plantas. Es un perro guardián y no duda en atacar al que se meta a mi pario. La cagada es que un día me lo pueden envenenar, pero bueno. Por ahora no me afanaron más”.

Cansados de la impunidad que persiste desde siempre en estos casos por un vacío legal, empiezan a pedir una suerte de justicia por mano propia

Karen, de 22 años, vive en el Néstor Kirchner, invirtió en cámaras de seguridad con alarmas, al igual que el usuario que detectó al cogollero en el video recientemente viralizado. “Me robaban siempre, me tenían de hija. Nunca quise hacer indoor porque es otra movida, necesitás plata y además te pueden entrar a tu casa; eso me da más miedo. Ahora tuve que destinar una plata para comprarme una cámara ip wifi con sensor de movimiento, están entre 8 mil y 16 mil pesos en Mercado Libre”.

José T. vive en Villa Parque y utiliza un método peculiar: un palo con clavos.Por el momento nunca lo utilicé, pero tengo un palo con clavos debajo de mi cama. No tengo otra manera de defenderme. Un día escuché el movimiento y salí con el palo, pero se fueron y no llegué a verlos”.

Por último, Damián del barrio Reconquista, de 40 años, no está dispuesto a que nadie se meta en su propiedad. “Yo trabajo todo el día para alimentar a mi familia. Cultivo desde toda la vida, lo utilizo con fines medicinales para uno de mis nenes y también con fines recreativos. Me han robado y me han hecho un daño enorme, y no tengo más ganas de ser el gil. Tengo un revolver en mi mesa de luz. Una madrugada lo utilicé. Salí corriendo al patio y disparé al cielo. Los cogolleros rajaron y nunca más nadie entró a mi casa”.

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