A 40 años de la Guerra de Malvinas, un especial de Revista BIFE. El retrato de una de las seis mujeres que estuvieron en las Islas. Además, tres historias de pampeanos que permanecieron en cielo, tierra y agua: un aviador, un soldado de trincheras y un marino. Por último, un relato que es una confesión de los vínculos entre el periodismo y el poder: “¿Cómo me enteré de Malvinas?”
Este año se conmemora el 40° Aniversario de la guerra de Malvinas y, obviamente por cuestiones de edad, muchos no conocen la historia inicial que terminó en una derrota militar y el regreso de la democracia en la Argentina. Muchas consecuencias se pagaron luego de aquella aventura irresponsable, arrogante y destructiva llevada adelante por una dictadura cívico militar, pero hay que decirlo: avalada y auspiciada por los grandes capitales nacionales que hicieron pingues negocios y se apropiaron de empresas que eran opositores a la dictadura, críticos de sus políticas económicas y las relaciones exteriores.
Por entonces, La Pampa también era parte de la república y su realidad política era la misma que a nivel nacional, solo que, en nuestra provincia, las autoridades eran civiles subordinadas al poder militar que gobernaba la Nación y en nuestro caso, el gobernador de facto, Ricardo Telleriarte, era el principal dirigente del MoFePa que luego terminó siendo el candidato a gobernador por esa fuerza política provincial.
Cuando varios dirigentes del MoFePa asociados -alrededor de 1981-, compran el diario La Capital y designan a Nelson Nicoletti como jefe de redacción, varios colegas esperamos que el diario volviera a sus épocas doradas
En Santa Rosa había tres diarios de papel mono cromáticos (blanco y negro) eran La Arena, La Capital y La Reforma, este último de General Pico, pero con agencia en Santa Rosa y en la cual yo trabajaba cubriendo todos los temas menos deporte.
Cuando varios dirigentes del MoFePa asociados -alrededor de 1981-, compran el diario La Capital y designan a Nelson Nicoletti como jefe de redacción, varios colegas esperamos que el diario volviera a sus épocas doradas y nos interesamos en incorporarnos al staff periodístico. Yo conocía a Nicoletti de nuestra militancia política en los 70, él por la Democracia Cristiana y yo por la JP.
Un día me encuentro con Nelson y le pregunto sobre la veracidad de la compra de La Capital por parte del grupo Mofepa y él me responde que están avanzadas las conversaciones. En ese contexto le digo que me tenga en cuenta, pero con la condición de no favorecer al gobierno de facto (demasiado ingenuo pensar que nos iban a dejar escribir libremente). Pasado algunos días, Nicoletti me llama y me dice que ya estaba cerrado el negocio del diario con un equipo de periodistas integrado por Luis Salvetti, Emigdio Fragassi, Pinky Pumilla, Nelson (como jefe de redacción), Tito Evangelista de fotógrafo, varios corresponsales en pueblos del sur y me invita a participar.
Nosotros consultamos qué había que escribir y este respondió: “Debemos recuperar Malvinas”
Yo trabajaba en el Banco Ganadero (luego Banco Rio) y en La Reforma por la tarde y con ambos sueldos estaba bastante bien; el diario La Reforma que manejaba el Chino Matilla pagaba muy buenos sueldos en tiempo y forma, pero en La Capital me ofrecieron algo más (el angurriento muere empachado dice el dicho; en La Capital me pagaron el primer sueldo, la mitad del segundo y nada de los demás). Con la promesa de un mejor sueldo me voy a trabajar a La Capital alrededor de fines del 81 o principios del 82, no recuerdo bien la fecha, pero ya se hablaba del partido militar y la necesidad de la dictadura de crear un espacio que prosiguiera con sus políticas, tanto a nivel nacional como regional. En ese contexto comienzan las conversaciones con los partidos políticos llamados provinciales para alcanzar una confluencia que coincidiera ideológicamente y se subordine al “militarismo” o a los designios de EEUU en la región.
Arranca 1982 con miras a un legado político del partido militar asociado a algunos civiles y con la aspiración de unas elecciones digitadas que podrían ganar los socios del militarismo, como el caso de La Pampa.
En febrero de 1982, conmemorando el siglo de existencia del pueblo de Victorica, se realiza el asado del siglo considerado el acto fundacional del partido militar y su asociación con sectores civiles que pretendían alcanzar el poder institucional. En esta oportunidad se hace presente el dictador Galtieri presidente de facto, sus ministros nacionales, los gobernadores de facto de varias provincias, los referentes políticos de otras provincias identificados con el partido militar y un sector dirigencial del agro y otras actividades que se sentían representadas por la dictadura.
En esta época, los periodistas nos quedábamos hasta que salía de la imprenta (propia) la primera edición del diario que saldría a la calle a continuación; queríamos ver nuestras notas impresas, los errores y también las discusiones sobre la ubicación de nuestras notas en las páginas, arriba, abajo o como recuadros. En muchos casos no estábamos de acuerdo en la ubicación de nuestras notas que ubicaba el editor.
Creo que era alrededor de las dos de la mañana de un día de febrero cuando llega uno de los dueños del diario y, a su vez, importante funcionario del gobierno provincial, y nos dice: “Sería conveniente escribir algo sobre Malvinas, porque este año se cumplen 150 años de su apropiación y con esos años de permanencia se dice que queda firme la apropiación de un territorio”.
Nosotros consultamos qué había que escribir y este respondió: “Debemos recuperar Malvinas” y allí quedó la conversación. A casi todos nos pareció una anécdota o un pensamiento individual del funcionario que hablaba de algo sin profundizar el concepto; pero luego nos dimos cuenta que manejaba información concreta del tema. Los dueños del diario, todos funcionarios del gobierno provincial, estaban presentes a través del señor Delfino quien se aparecía casi a diario por la redacción.
Los dueños del diario, todos funcionarios del gobierno provincial, estaban presentes a través del señor Delfino quien se aparecía casi a diario por la redacción
A mediados del mes de marzo de 1982, al cierre de la edición estábamos en la oficina del jefe de redacción cuando llega el señor Delfino y comenzamos una conversación sobre la actualidad política del país y la posibilidad del regreso de la democracia a la Argentina. En este tramo el señor Delfino dijo que, si ocurrían los hechos previstos por el gobierno dictatorial, habría gobierno con la doctrina del sector militar por muchos años, aunque legitimado por las elecciones con candidatos civiles.
Además, insistió pidiéndole al jefe de redacción escribir sobre Malvinas y su recuperación diciendo que nuestro diario sería quien diera la primicia sobre el retorno de Malvinas a la Argentina. Por supuesto que ninguno de nosotros creímos en esa situación, tomándolo como una expresión de deseo de él. En esos días, las noticias informaban sobre la situación que ocurría en las islas Georgias del Sur con un grupo de balleneros argentinos que izaban la bandera argentina en esas islas y generaban un reclamo de Gran Bretaña, ya que eran consideradas como propias. Otra información del momento indica que el imperio británico enviaba dos submarinos nucleares con rumbo al Atlántico Sur para defender su soberanía sobre las islas de la región.
Delfino y el gobierno provincial querían que la primera plana del diario La Capital fuera el único diario del interior que tuviera en su tapa la recuperación militar de Malvinas
El día 1 de abril de 1982, a la tarde, llega el señor Delfino y se reúne con el jefe de redacción a puertas cerradas. Más tarde, nos enteramos parte de la conversación que mantuvieron en esa reunión. Delfino y el gobierno provincial querían que la primera plana del diario La Capital fuera el único diario del interior que tuviera en su tapa la recuperación militar de Malvinas.
Por directivas de los propietarios estuvimos esperando la primicia sin saber de qué se trataba, aunque luego nos dimos cuenta que era la información sobre la invasión argentina de las islas; éstas nunca llegaron y a la mañana siguiente nos enteramos por otros medios que la recuperación momentánea se había logrado, costando la vida del capitán Giachino, uno de los oficiales argentinos participante de la invasión.
Luego vinieron días de expectativas, esperanzas, dolor y desconcierto ante las informaciones contradictorias y falsas que nos llegaban a diario por parte del gobierno dictatorial de Argentina, pero yo fui parte de ese momento histórico de nuestro país como periodista, pero también como ciudadano que sufrió las consecuencias y el dolor de pampeanos que murieron en el conflicto.
Así me enteré de la toma momentánea de Malvinas y lo que ello significó para muchos de nosotros, sobre todo, los periodistas que teníamos información más cercana al poder.
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