Martina Barreix, la mujer de los fuegos

“Fue mirando cómo hacía el asado mi viejo y descubrir que al final la comida se cocinaba con el humo y el calor, no sobre el fuego como podía llegar a pensar”, responde Martina Barreix vía whatsapp web cuando uno suelta la pregunta de rigor: ¿Cuándo nació tu interés por los fuegos?

Martina es una cocinera de 28 años  que comenzó a forjar su nombre en la gastronomía santarroseña desde hace un año, cuando decidió volver a la ciudad y trasladar su girl power a las brasas de la capital pampeana, luego de formar parte de las cocinas de prestigiosos hoteles porteños como el Faena y el Four Seasons. “Volví después de  trabajar durante varios años en Capital Federal, y al regresar noté mucho potencial en Santa Rosa y ganas de traer lo que aprendí y aplicarlo acá”.

“La mujer ahora propone, acciona y está en cualquier parte de estos rubros de igual a igual a los hombres. Ya no es solamente pastelería”, advierte Martina cuando grafica el rol de la mujer en la escena gastronómica de hoy, y resalta cuál es su lugar en el mundo de la cocina: “Mi lugar está en la parrilla, en el ahumador y las brasas.  Quiero fusionar eso con otras ramas gastronómicas y explotarlo aún más. Crear a partir de un concepto de algo con cosas nuevas. Mostrarlas y compartir con los demás”.

–¿Cómo fue acercarte a ese área particular de la gastronomía, que es la parrilla, las brasas? ¿Te costó en un principio  teniendo en cuenta que hasta no hace mucho ese era un lugar “reservado” sólo para varones?

Como mujer y en esos puestos, sí. Hay competencia y lucha, pero ahí es donde tenés una prueba a vos misma, de lo que querés y sentís.  Y si lo querés, vas con todo a tenerlo. No te importa nada. Y acercarme a los fuegos fue lo mejor, sin dudas. Todo el momento que abarca. Todo lo teatral que armamos para poder hacerlo es una sensación gratificante. Escuchar las cocciones a las brasas cuando sabes que todo va a bien.

–Tu paso previo a “los fuegos”: ¿De qué manera fue tu inicio en el mundo gastronómico?

Me fui a Capital a estudiar diseño, al tiempo empecé a trabajar en una cocina y me di cuenta que era lo que quería hacer. Llevaba dos años de facultad y cada vez me llamaba más la atención la gastronomía, así que estaba decidida a trabajar en donde sea. Y así fue, en el 2001 ya estaba dentro de la cocina. Entré en una pizzería en recoleta de ayudante y llegué a ser encargada de cocina durante dos años. Y luego aparecieron los hoteles. Con ellos estuve de Comis de cocina hasta Demi Chef de Partie que fue el último puesto hasta que volví a La Pampa.

Y acercarme a los fuegos fue lo mejor, sin dudas. Todo el momento que abarca. Todo lo teatral que armamos para poder hacerlo es una sensación gratificante

–¿Cómo fue ese proceso de abandonar tu carrera para volcarte a un oficio que te apasionaba?

En un principio cursaba y trabajaba, lo complicado se daba con las entregas y el horario.  Era un caos. Después ya directamente me quede trabajando y me formé de oficio y estudiando todo lo que pueda de cocina en casa. Porque los horarios y sueldos gastronómicos te complica para empezar con todo de golpe.

–Fue una decisión que no te costó mucho. Sabías lo que querías…

Te diría que fue de manera natural. Automático. Una vez que comencé no hubo vuelta atrás.

–¿Recordás cuál fue tu bautismo de fuego en el mundo gastronómico? Esa primera experiencia exigente con la que te chocaste…

Uff si, el primer Hotel donde trabajé es muy exigente con el nivel de calidad y durante dos años te convertís en un soldado fiel. No importa si lloras, si tenés planes de vida, pero era una atención 100% a eso. Y esa experiencia fue la que más me puso a prueba. Fue terrible, pero hoy puedo decir que fue un momento clave para querer aprender más. Desafiándose uno mismo todo el tiempo.

–La cocina, a gran escala, por llamarla de alguna manera, parece ser muy verticalista: uno dirige y los demás acatan ¿Fue complicado adaptarte a eso en un primer momento?

Al principio solamente, después no. No sólo te adaptás, si no que sos parte de ese mundo también. Aprendes a crear, respetar y obedecer esas reglas sin dudar.

–¿Cómo encontraste la gastronomía santarroseña al volver e integrarte a ella?

Encontré un buen nivel en la ciudad, podría a mi opinión, explotarse muchísimo más. Dentro del rubro hay diferentes tipos y conceptos que son excelentes propuestas para hacer muchas cosas. Juntas e individualmente.

–En el último tiempo las propuestas provenientes de algunos bares y cervecerías fueron más sofisticadas en cuanto a la cocina ¿Cómo viviste todo eso que se fue gestando con tu participación?

Fue muy positivo, Es genial que un bar pueda complementar tan buen producto como la cerveza artesanal y cócteles al acompañarlos al momento de la cena. El público de bares ahora es exigente. Y es a causa de las nuevas propuestas gastronómicas que hay.  El desafío es superarse y actualizarse continuamente. Hacer dinámica y llamativa la nueva idea.

Encontré un buen nivel en la ciudad, podría a mi opinión, explotarse muchísimo más

–En este contexto de anormalidad que estamos atravesando y que golpea esencialmente a la gastronomía, ¿cómo te afecta a vos en lo personal?

La situación actual es algo que tenemos que trabajar todos para poder salir y seguir. Muchas personas que conozco fueron afectados por esto. Quienes son emprendedores particularmente. En Micaso estaba por comenzar a trabajar en un nuevo lugar y todo quedó en stand by, lógicamente. Si antes dábamos nuevas ideas al cambiar una carta de temporada ahora es hacerlas continuamente y buscar la forma que sea factible para que el público tenga acceso a ello. Duplicar el trabajo en todo lo que es marketing y redes. Nuevas estrategia de ventas y nuevas ideas para aplicar a la cocina desde casa y para delivery.