Almacenes vs Supermercados: ¿Cuánto más caro son las despensas de barrio? El desafío de comprar para las personas sin tiempo ni movilidad

Revista Bife recorrió almacenes y Supermercados de Santa Rosa y concluyó que es 57% más caro depender la economía doméstica de las despensas de barrio. El tiempo y el espacio: el nuevo impuesto que se agrega al IVA y a la inflación de 2 dígitos. Los testimonios de la gente que se empobrece, acorralada por responsabilidades con sus hijos y los múltiples trabajos que tienen que realizar para subsistir en un país acostado.

La búsqueda de productos básicos a precios accesibles es una preocupación constante para muchas personas, pero para aquellos que enfrentan desafíos de movilidad o tiempo limitado, esta tarea puede convertirse en un verdadero obstáculo económico. La disparidad de precios entre los supermercados y los almacenes de barrio se ha vuelto evidente, oscilando entre un 50 y 60% más caro en estos últimos, según los registros de Revista Bife. De modo que las personas que no pueden acceder fácilmente a estas grandes despensas se ven obligadas a pagar más de la mitad por productos esenciales.

De esta manera, al ya injusto Impuesto al Valor Agregado (IVA) en los alimentos –que determina un país profundamente desigual- y al “impuesto más cruel para los pobres” –es decir la inflación-, se le suma el impuesto del espacio y el tiempo: las familias que se ubican en la periferia de la ciudad, no tienen ni transporte ni tiempo para concurrir a los supermercados y tienen que recurrir a los almacenes de barrio donde muchos de los productos básicos se encuentran al doble del precio. 

Al día del martes 5 de septiembre, Revista Bife recorrió varios almacenes y dos supermercados de Santa Rosa. La compra en un almacén tarda unos 15 minutos, mientras que si se utiliza un transporte urbano para llegar a un supermercado, todo el recorrido hasta la vuelta al hogar lleva entre 3 y 4 horas.

Al ya injusto Impuesto al Valor Agregado (IVA) en los alimentos y al “impuesto más cruel para los pobres” –es decir la inflación-, se le suma el impuesto del espacio y el tiempo

Si uno se dirige a una tienda de barrio y compra solo 1 de los productos de segundas marcas y de proporciones pequeñas que siguen a continuación: fideos, puré de tomate, arroz, Criollitas (x3), leche, aceite, queso crema, atún, yerba, mermelada, manteca, pollo (1kg), azúcar, queso (500g) y huevos (x6), gastará un total de 11.800 pesos. Mientras que si realiza la misma compra en un supermercado, la cifra es de 7.500 pesos. Es decir, un 57% menos. 

A continuación, la lista detallada de los productos registrados (el primer valor corresponde al aproximado en almacenes y el segundo a supermercados, según el registro de Bife): 

Fideos (Marolio) $450 – $310; 

Puré tomate $360 – $210; 

Arroz Molto $420 – $340; 

Criollitasx3 $520 – $380; 

Leche Larga Vida $560 – $360; 

Casancrem 200g $1.200 – $340; 

Aceite Marolio $600 – $500; 

Lata atún $1.000 – $500; 

Yerba Amanda 500g $1.000 – $780; 

Mermelada Dulcor $600 – $420; 

Manteca Tonadita 100g $380 – $240; 

Pollo 1kg. $1.800 – $1.200; 

Azúcar $900 – $680; 

Huevosx6 $800 – $400 (maple $2.000); 

queso 500g $1.200 – $800

Almacén: 11.800 pesos

Supermercado: 7.500 pesos

Diferencia: 57.3%

El IVA, la inflación y el impuesto del tiempo y el espacio

En Argentina se pagan los alimentos, la vestimenta y bienes para el hogar, con un adicional del 21%, que es el IVA. Este impuesto no distingue la capacidad económica del consumidor, por eso es regresivo. Un rico paga lo mismo que un pobre. La desigualdad radica en que una persona de bajos recursos destina la mayor cantidad o la totalidad de sus ingresos en estos artículos gravados por el IVA, mientras que un individuo de alto poder adquisitivo puede ahorrar o invertir, escapando así de dicho impuesto. 

En Argentina se pagan los alimentos, la vestimenta y bienes para el hogar, con un adicional del 21%, que es el IVA

La inflación es a menudo llamada “el impuesto más cruel para las clases populares” debido a su impacto desproporcionado en las personas de bajos ingresos. Entre otras cosas, por la pérdida de poder adquisitivo, ya que una parte más grande de los ingresos se destina a gastos esenciales, como alimentos, vivienda y atención médica, lo que imposibilita el ahorro, la inversión y la planificación. 

A muchas de las familias que viven en los barrios más alejados de Santa Rosa les resulta casi imposible llegar a los supermercados y aprovechar algunas de las ofertas atractivas. Una de las razones es la ausencia de transporte. Y otra –en el caso que uno se organice, maneje algo de capital para realizar una compra relativamente grande y recurra al transporte público- es el tiempo, ya que se tienen que invertir entre 3 y 4 horas de una cotidianidad absorbida por los múltiples trabajos que se precisan tener para no caer por debajo de la línea de la pobreza, que es en Argentina -y en este caso en La Pampa- un embudo del que cuesta cada vez más salir por, entre otras cosas, el 21% del IVA, la inflación de dos dígitos y la diferencia del 57% más caro en los almacenes donde compran los productos diariamente. 

Por otra parte, si uno dispone de tiempo, transporte y algún capital, además de stockearse, podrá incluso elegir el día para aprovechar los descuentos según la tarjeta de crédito que tenga, si es empleado público o jubilado en algunos lugares tendrá 15% de descuento, entre otros beneficios. 

La brecha de precios

La disparidad se debe en parte a la capacidad de las grandes cadenas para comprar en grandes cantidades y negociar precios más competitivos con los proveedores. Por otro lado, los almacenes de barrio, aunque convenientes en términos de cercanía, tienen costos operativos más altos y, en consecuencia, tienden a tener precios más elevados en una variedad de productos.

El Dilema de la movilidad limitada

Para muchas personas, la movilidad limitada, ya sea debido a lesiones, discapacidades o simplemente la falta de un vehículo, impide que visiten supermercados más grandes. Esto las obliga a depender de las despensas cercanas. Esta disparidad coloca una carga económica adicional sobre aquellos que ya enfrentan desafíos en sus vidas diarias.

María Laura, madre de familia y residente del Santa María de las Pampas, a menudo se ve atrapada en una encrucijada. “Vivo una vida enquilombada, entre el trabajo y atender a mis hijos”, dice en comunicación con Revista Bife. “No tengo tiempo para hacer un viaje al supermercado, que está lejos de mi casa. Opto por comprar en el almacén de la esquina, a pesar de que los precios son más altos. Es una elección difícil, pero lo necesito todos los días”. 

Una cotidianidad absorbida por los múltiples trabajos que se precisan tener para no caer por debajo de la línea de la pobreza,

Juan, un estudiante universitario que trabaja a medio tiempo, también enfrenta desafíos similares. “El supermercado más cercano está a kilómetros de distancia y no tengo un automóvil. No puedo permitirme gastar tiempo y dinero en transporte para comprar alimentos más baratos, porque trabajo de mozo y estudio Historia”, cuenta a Bife. 

El Tiempo como un Recurso Escaso

Además de la movilidad limitada, la falta de tiempo también es un factor importante. Las personas con agendas ocupadas debido al trabajo, el cuidado de la familia o los estudios pueden verse obligadas a elegir la comodidad de los almacenes de barrio, a pesar de los precios más elevados. Realizar un viaje al supermercado puede ser un lujo que simplemente no pueden permitirse en su apretada rutina.

La gente en Bife

Karen, barrio Néstor Kirchner, ama de casa:

“Antes compraba la mayoría de las cosas en el supermercado. Sin embargo, desde que mi movilidad se vio reducida debido a una lesión, me resulta prácticamente imposible ir. Tengo que confiar en el almacén de la esquina, donde los precios son considerablemente más altos. Esto, sin darme cuenta, porque llevo poquitas cosas por día, afecta mi presupuesto mensual y me limita en cuanto a la variedad de productos que puedo comprar.”

Roberto, barrio Villa Parque, jubilado pero activo:

“La diferencia de precios entre el supermercado y el almacén del barrio es evidente, pero como jubilado con problemas de movilidad, no tengo muchas opciones. El supermercado está demasiado lejos para mí, y los gastos de transporte también son un problema”. 

Laura, Barrio Ara San Juan, madre soltera:

“Como madre soltera con dos hijos, siempre estoy buscando maneras de estirar mi presupuesto. Los precios en el supermercado son más bajos en comparación con el almacén local, pero no siempre puedo ir hasta ahí debido a mis responsabilidades con los chicos y horarios de trabajo. De todos maneras, casi nunca llego a acumular una buena cantidad de dinero para realizar una compra grande” 

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