El despertar de Andrea Langhoff (parte 2): La búsqueda que desnudó la red de tráfico de niños más grande de la región

Langhoff convirtió la búsqueda de su origen en la razón de su vida y dio coraje a decenas de víctimas que pudieron encontrar su identidad. Esta es la segunda parte de su historia: los encuentros con Broggi, las confabulaciones, los dos hechos “mágicos” que posibilitaron avanzar en la investigación, el suicidio del pediatra, el tercer despertar al descubrir que la mujer de sus sueños era su madre, el encuentro con su progenitora y con su hermana y un nuevo amanecer.

Acá se puede leer la primera parte de “El despertar de Andrea Langhoff

Andrea Langhoff entra al consultorio de Carlos Emilio Broggi. Una camilla, una balanza, la sala blanca y en el fondo un escritorio, una silla alta donde está sentado el pediatra y dos sillas más pequeñas frente a él. Broggi, encantador, habla de su trayectoria, de su amor por el prójimo, alguien llama al teléfono, atiende, ríe, mueve las manos, saca un cigarrillo Benson y lo convida, estira el brazo y lo prende.

-Hablé con todo el mundo y la verdad es que no hay registro tuyo-dice Broggi-. Mejor vayamos al Hospital.

-Pero si mi partida dice que nací en el CEM

-Lo que pasa es que una madre cuando no tenía para comer, dejaba a su hijo en el hospital. Vayamos al hospital. 

Entran por una calle lateral, por lo que era la vieja guardia. Pasan por pediatría y obstetricia. “¿No es cierto que estuvimos buscando todos los archivos?”, le pregunta Broggi a una enfermera delante de Andrea. “Sí, pero se acuerda que con la inundación del 78 acá no quedó nada”, responde con displicencia. “No doctor, no podemos hacer nada”, concluye. Andrea pregunta por las parteras del 76, surge el nombre de Mirta Guiñazú, “pero vive en algún lugar de Buenos Aires, no la vas a encontrar”. De regreso en el auto Broggi le jura por la vida de sus hijos que nunca recibió una suma de dinero ni entregó a nadie de manera ilegal. 

-¿Ni siquiera como acto de amor?

-No. 

En Buenos Aires Andrea se reúne con Guiñazú. Le asegura que entregaban niños, pero niños abandonados, actos de amor.

-Hablé con todo el mundo y la verdad es que no hay registro tuyo-dice Broggi-. Mejor vayamos al Hospital.

“El cinismo de este pueblo es una locura. Yo me juego la cabeza, me importa un carajo”, dice la jefa interina del Registro Civil

Pasan 2 años, es 2006. Aparecen más casos, aparecen los nombres de los doctores Vidales y Méndez. Andrea se prepara para hacer la denuncia, pero antes habla con el “nexo”, la administrativa que trabajaba en el hospital, es decir la “amiga” de Broggi, Hilda, la mujer de Alfredo, su “tío”, el hermano de su padre de crianza. Hilda llora:

-Me hicieron culpable de la entrega de niños. El único legitimado para contar la verdad es Broggi.

Hilda cuenta que Andrea nació 2 días antes de lo que figura en la partida, o sea el 15 de septiembre de 1976

-Fue a la mañana. Me llaman y me quedo en la sala de parto hasta que me entregan a la bebé. O sea a vos, Andrea. Pero no sé quién es tu mamá.

Por los caprichos del azar ese día se dieron dos sucesos que podrían no haber ocurrido. Antes de ir a la Justicia, Andrea vuelve al hospital y se encuentra en el pasillo con una empleada que se le acerca, disimuladamente la agarra del brazo y al oído le revela:

Es mentira que se perdió todo con la inundación. Esperame ahí, como yendo para psiquiatría, porque yo me voy a jugar la cabeza. Vas a tener 20 minutos.

Aparece con la llave del sector de atrás de la capilla. Cuando abre la puerta, sale un fuerte olor a humedad y se ven desde el piso hasta el techo montañas de historias clínicas. Andrea busca año 1976 y encuentra la suya. Se dirige al Registro Civil, cuenta su historia y se va a producir el segundo hecho mágico.

Ese mes el titular del Registro Civil comete el error de tomarse licencia. Olga Petit lo cubre como jefa interina del organismo. Cuando escucha la historia, dice: “El cinismo de este pueblo es una locura. Yo me juego la cabeza, me importa un carajo”, y llama a la secretaria para que haga un “salpicado” de las partidas donde figure Carlos Emilio Broggi. Le da 8 partidas en las que aparece el pediatra en partos en un domicilio particular, en el hospital, en el CEM. “Acá está el hombre que le fraguaron el sello y la firma”, desliza la señora que cubría la licencia.




Mano a mano en vivo en un programa de televisión

-Disculpame, Andreita, pero yo cómo iba a hablar con vos si tu familia no te abre la puerta porque te hace cargo de la muerte de tu padre.

Andrea y Broggi están frente a las cámaras en vivo en el programa de televisión de un periodista amigo del pediatra. Mónica acompaña a Andrea y una señora del Centeno, vinculada a DDHH, al reconocido médico. Es miércoles. La propuesta del programa surgió como una idea del conductor para aclarar el asunto de Broggi. Los abogados le aconsejaron que no se presente, pero el hombre se sentía seguro de sí mismo. Están en el tramo final y Broggi recurre al golpe bajo. Desvía el tema hacia asuntos internos de la familia de crianza de Andrea. Remarca que por las preguntas que realizó, su amado padre falleció. Andrea tiene artillería pesada y espera. Mónica sale en su defensa. Broggi se explaya. Con su carisma, es el dueño del encuentro.  

“Acá está el hombre que le fraguaron el sello y la firma”, desliza la señora que cubría la licencia.

-¿Entonces jura por sus hijos que no tuvo nada que ver con las partidas de nacimiento, que no figura en ninguna?- pregunta Andrea.

-Sí, por supuesto.

-¿Me asegura que no tiene relación con los nacimientos de mis primos?

-Sí.

Andrea le muestra al periodista las 8 partidas de nacimiento que figura Carlos Emilio Broggi. 

-Pero acá está su nombre en todas partes, Broggi– increpa el conductor al aire.

Llegan mensajes. Los teléfonos no paran de sonar. Levantan el programa.




Con toda la información Andrea se presenta ante la Justicia. Al día siguiente Broggi se presenta en el programa radial de Hugo Arias, donde admite que por actos de amor había entregado niños. Asegura que lo hizo para salvar a las criaturas de las manos de aquellos médicos que hacían abortos clandestinos (no lo dice pero se refiere a Antonio López). Dice que a Andrea no podría haberla entregado porque todos los niños fueron profesionales y de buen pasar, o sea que los tenía bien ubicados. “Yo fui como Schindler”, asegura, “porque abría las puertas que se cerraban para salvar las vidas de los niños”. También cuenta que un mendigo lo tomó de la mano y le dijo “usted va a estar al lado de Dios, porque ha salvado vidas”. Corría el año 2006.




Los pozos depresivos y 2017, la segunda batalla judicial

Pasan 3 años. Es 2009. El tercer hijo de Andrea muere en el parto. Cuando regresa del hospital, le llega la notificación de que la causa “Andrea Langhoff contra Carlos Emilio Broggi sobre apropiación y sustitución de identidad” ha prescripto. El pediatra nunca fue citado a declarar. 

El Código Penal argentino sólo tiene tipificado el tráfico de niños para hijos de desaparecidos. En el resto de los casos de sustracción de identidad las causas prescriben luego de 10 años. Es decir que, en este caso, Andrea se tendría que haber presentado ante la Justicia en 1986, con 10 años, para que investiguen. 

“Yo fui como Schindler”, asegura, “porque abría las puertas que se cerraban para salvar las vidas de los niños”

Andrea abandona todo y cae en un pozo depresivo. Empieza a estudiar Derecho. Le llega una notificación de Daniel Cahaldo, piquense, nacido en 1968, que busca su identidad. Comparan sus partidas de nacimientos y coincide la caligrafía. Tiempo después Norma Bajo admitirá que ella rellenaba las partidas y que estaba al tanto de las “tramoyitas”. 

Hacen una nueva movida en Pico. Ahora son 14 personas que desde el 67 al 78 buscan su identidad. Corre el año 2017. Se reúnen con el secretario de Derechos Humanos, Antonio Curciarello (hoy ministro de Conectividad). Curciarello les dice que no está de acuerdo con denunciar porque la causa había prescripto. Se van. En el Juzgado también los invitan a retirarse. Tuvo que intervenir el periodista Alberto Callaqueo para coordinar un encuentro con el fiscal Armando Agüero, quien tuvo la causa 3 meses antes de derivarla a la Justicia Federal.




El tercer despertar de Andrea: la mujer embarazada de sus sueños era su madre y ella estaba en el vientre

Andrea vuelve a ver a Broggi. Ya pasaron 13 años de su primer encuentro. “Son muchos años. Nos estamos haciendo mierda, tenemos que pararla”, dice el pediatra. Se reúnen en su quincho. Andrea estaba acompañada de Gastón Sevillano (buscador) y de Ana Pateck, enfermera de Pico que busca al niño de su sobrina (a los 15 años había dado a luz producto de un abuso que había sufrido por parte de su padre -hermano de Ana- y Broggi había formado parte de la entrega de la criatura). El doctor sin vueltas le revela el nombre del joven y su paradero. También revela los nombres de las verdaderas madres de los primos de Andrea. “Pero vos no sé, tenés que venir de otra familia”.

-Desde que volviste no puedo dormir. Cada vez que cierro los ojos me aparece tu cara.

-Eso se llama culpa, Broggi.

El encuentro dura 5 horas. En ese tiempo Broggi admite que está inmerso en una depresión profunda. “Me quiero matar”, asegura. Habla de René Favaloro, de su legado y de que se tuvo que suicidar para demostrar su honor. Fantasea con esa posibilidad. 

-Siempre pensé que me iba a matar. En la camioneta llevo la escopeta que era de mi abuelo. 

“Son muchos años. Nos estamos haciendo mierda, tenemos que pararla”, dice el pediatra

Al día siguiente Broggi busca a Andrea en su auto y juntos recorren General Pico.

-¿Vos nunca formulaste una hipótesis de qué podría haber pasado con tu mamá?– pregunta de repente Broggi.

-Sí, mil hipótesis. 

-¿Pero nunca soñaste nada? Porque los niños tienen recuerdos en la panza que no pueden reformular conscientemente en la edad adulta. 

-Bueno sí… lo he tratado con mi psicólogo. Me ha dicho que pueden ser recuerdos en cautiverio. Durante 15 años soñé con unas vías y un tren y una arbolada y una mujer morocha en camisón blanco llena de sangre y un tanque de agua al costado de las vías.

Broggi dobla en una esquina y dice:

-¿Esto es lo que soñabas?

Las mismas vías con los árboles a los costados y en el fondo, allá a lo lejos, el tanque de agua tan recurrente. Andrea vio el escenario y quedó en suspenso. ¿Cómo era posible que soñara ese lugar si nunca había estado? Dos años más tarde, cuando se reúna por primera vez con su madre biológica, ocurrirá su tercer despertar, al enterarse que efectivamente sí había estado en ese sitio pero dentro de un vientre, y que esa mujer triste, ensangrentada y embarazada era su verdadera madre.

Su madre se casó a los 16 años y quedó viuda con 4 niños a los 25, luego de que su marido cayera de un silo. Tiempo después conoció a un hombre, Roberto Ledesma, que venía del sur, y la hizo vivir un calvario. El día que se casaron le dio la primera gran paliza. También la abusó sexualmente, razón por la que quedó embarazada de Andrea. 15 días antes de parir, durante una de las golpizas más brutales, la mujer -Sofía Urquiza– logró escapar y corrió a las vías. Eran las 10 de la noche, momento en que pasaba el tren. Con un camisón blanco ensangrentado, su plan era arrojarse debajo de las vías. Pero decidió no hacerlo.

Su tercer despertar, al enterarse que sí había estado en ese sitio pero dentro de un vientre, y que esa mujer triste era su verdadera madre

La hermana de Sofía, Coti Urquiza, tía de Andrea, amenazó de muerte a Ledesma con un revólver. Le advirtió que si no dejaba la ciudad lo mataría. El hombre agarró a su hija de un año, la hermana de Andrea, y se fue.

Dos semanas después Sofía Urquiza da a luz a Andrea Langhoff en la Clínica Argentina. Broggi le asegura que el bebé había nacido muerto, “muy bajito de peso, con todo lo que vivió, pobrecito”. Le llaman un taxi, Sofía se sube, llega a su casa y nunca más vuelve a tocar el tema.

Broggi vivía a 4 cuadras de la casa de Sofía Urquiza. Pero Andrea todavía no lo sabía.

 –Por favor, decime que me perdonas. No me niegues un último abrazo– le dijo todavía arriba del auto.

-¿Por qué lo voy a perdonar si supuestamente usted no tiene nada que ver?




El suicidio del pediatra

El 13 de agosto del 2017 se estaban desarrollando las PASO en todo el país y Carlos Emilio Broggi ponía en primera su Citroen C4. Circulaba en un camino vecinal que conduce hacia el sur, a unos 400 metros del paso a nivel del Aeropuerto. Broggi carga la escopeta de su abuelo calibre 16 y se dispara debajo de la tetilla izquierda. En el asiento de acompañante deja un escrito que relaciona su decisión con los reclamos de los buscadores.

El vehículo comienza a hacer zigzag hasta detenerse en la banquina. Un hombre observa la situación y llama a la policía. Broggi se encontraba con vida y es trasladado al Hospital Centeno. Ingresa a terapia intensiva pero a los pocos minutos fallece.

Dos meses después llegan a Pico las cámaras de C5N y de Telefé. Hacen un informe sobre “el robo y la venta de bebés”. El tema estalla en la localidad. Transcurren los dos meses de mayor turbulencia mediática. La justicia aparenta poner en marcha la investigación. La productora de Telefé comenta que han hecho las mismas coberturas en Misiones y Chaco, pero que jamás vieron lo que pasó en Pico, “una ciudad tan pequeña de clase media con todos los vecinos sabiendo”. Aparecen más buscadores. Pero al poco tiempo el tema de desinfla. 




Tras 25 años de búsqueda, el encuentro con su madre biológica

En 2019 Andrea Langhoff avisa oficialmente que abandona su búsqueda. Está cansada de no avanzar, del ninguneo de la sociedad y de la justicia. Se va de vacaciones para despejarse, pero le llega el mensaje que esperó por décadas. Era Coti Urquiza, su tía. 

-¿Cómo estás tan segura que ese bebé soy yo?- pregunta Andrea.

-Porque desde que te vi en 2016 en un diario me dio una puntada en el pecho. Sos igual a tu mamá y a una de tus hermanas- le responde.

Broggi carga la escopeta de su abuelo calibre 16 y se dispara debajo de la tetilla izquierda

Andrea recibe el contacto de su hermana, la hija de Sofía Urquiza y Roberto Ledesma, quien antes de partir se la lleva con él. Las hermanas hablan por primera vez. Andrea se entera que Ledesma abandonó a su hermana cuando tenía 4 años en una pensión de Rosario. Tuvo una vida atravesada por la violencia y, al igual que ella, fue madre a los 15 años. 

Ese mismo año Andrea permanece en Pico durante dos semanas por un encuentro organizado por los “buscadores”. El último día de su estadía, antes de subirse al micro, recorre la ciudad. Recorre el camino de sus sueños, el tanque de agua, las vías del tren. Y llega hasta la casa de su madre biológica. 

Sofía cuenta su historia, los momentos de violencia a manos de su ex marido, su embarazo, el parto en la Clínica Argentina y cuando le dicen que el bebé había nacido muerto. “Yo no saqué nunca más el tema porque era una etapa que quería olvidar”, dice. Andrea le toma la mano para que se calme y descubre que son idénticas. 

Un año más tarde, el 26 de enero del 2020, llega el ADN y se confirma que Andrea Langhoff es hija de Sofía Urquiza. Finalmente su historia cierra prácticamente donde había comenzado.

“Nunca iba a encontrar nada en el Hospital ni en el CEM porque como todos los casos de Broggi, Medús y Vidales, ocurrieron en la Clínica Argentina”, dice Andrea en conversación con Revista BIFE.  

“Cuando me llegó el ADN quedé paralizada. Se me vino la vida encima. Se me vino la mentira de Hilda, la amante de Broggi que me había dicho que yo había nacido el 15 de septiembre en el Hospital”.

Un año más tarde, el 26 de enero del 2020, llega el ADN y se confirma que Andrea Langhoff es hija de Sofía Urquiza

“Las mentiras de Broggi que me llevó al Hospital y me paseó por las vías”.

“Se me pasaron todas las mentiras. Me sentí tan vulnerada, un objeto. Al primero que llamé fue a mi marido. Y le dije ‘Me mintieron toda la puta vida. Tenía a mi mamá ahí, la tenía ahí. Yo ya había pasado por la casa de mi mamá”.

“Me cagaron absolutamente la vida”

“Pero pude completar mi identidad. Finalmente pude cerrar esta historia, y a partir de ahora, del encuentro con mi madre, sí puedo empezar a sanar”.

Andrea Langhoff sigue vinculada con los buscadores a través de la página “Busco madre biológica La Pampa”.

Además, junto a otro grupo, sigue en las búsquedas en todo el país y de manera particular en los casos pampeanos que aún no han sido esclarecidos.

Militan por la ley de derecho a la identidad biológica en distintas provincias y luchan para que se promulgue a nivel nacional, “fundamental para tener un banco genético y que no se pierdan los datos entre provincias”, dice.

“También peleamos para que se tipifique el tráfico de niños y para dar contención a todos los buscadores, victimas del tráfico“, concluye.

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