La Vela Puerca en Santa Rosa: Una crónica

Es una noche fría más de junio en Santa Rosa en el momento en que la capacidad del club San Martín se nota casi agotada con una nueva presentación de La Vela Puerca en la capital pampeana. Punto de partida para lo que será la gira por Argentina celebrando los 30 años de la banda rioplatense.

Latas pasan de mano en mano y los hielos indispensables le hacen el aguante a ese culo de fernet mientras el reloj marca las 9 de la noche. En el escenario se lucen como teloneros unos pibitos sub 20, criados a base de hits de rock nacional, cuando generacionalmente podrían haber sido alcanzados por la “avanzada mara” de reguetón y otras yerbas. Pero no, los chicos de Tréboles se despachan con covers de las cuatro décadas de nuestro rocanrol y con un manejo de escena envidiable.

Se prenden un toque las luces, los baños se atestan de público ansioso y, a los minutos, los stages dejan todo en condiciones para que los uruguayos hagan lo que mejor saben hacer.

Sin más vueltas, La Vela abre con “El Viejo”, la primera piedra que lanzaron desde el otro lado del río y que hizo mella en esos primeros 2000 donde el “rock canción” se imponía.

La banda maneja los tiempos con oficio y mide la temperatura de un público que, cada vez que tocaron en Santa Rosa, cumplió. Continúan con temas para los reales, mientras las golondrinas esperan por los clásicos de “A contraluz”.

Suena “De Atar” y le digo a quien me acompaña que por un momento me invade la nostalgia y me veo en la pista de jockey bancando el último trago de una Isenbeck en una noche de 2005.

Es el turno de “Va a escampar” y noto, alrededor mío, algunos ojos vidriosos.

La Vela supo canalizar ese desencanto y frustración que nos atravesó post 2001 con letras necesarias y oportunas para una generación machacada:
“Hoy asume lo que venga / Sea para bien, o todo mal / Y aunque pierda lo que tenga / Se va a morder para aguantar”.

De un momento a otro, el cántico en contra del roto que nos gobierna se hace sentir. La noche se potencia con “Llenos de magia” y el pogo entra en escena. El cierre es del Enano Teysera solo, con su acústica: bajan las pulsaciones y se despide.

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