Este viernes, Santa Rosa vuelve a tener la visita de la murga uruguaya más importante de lo que va de este siglo. Agarrate Catalina pisa el Teatro Español por obra de la productora Rancho Aparte.
Hace 24 años que Agarrate Catalina se sube al escenario y despliega, con crítica, ironía y poesía, las historias que absorben a orillas del Río de la Plata. A Yamandú Cardozo, director y una de las almas de este colectivo uruguayo, le ha tocado ver cómo el trabajo que construyeron a pulmón termina viralizado fuera de contexto, transformado en bandera de causas que nada tienen que ver con ellos.
Esto ocurrió previo al balotaje que posteriormente consagró a Javier Milei como presidente. La militancia online de La Libertad Avanza viralizó el tema “Violencia” de la murga, tocado en los actos por la Revolución de Mayo en 2015. La intención libertaria fue señalar que la letra de esa canción era la propuesta peronista.
“Nosotros no respondemos”, dice Yamandú, sin levantar la voz pero con toda convicción, a BIFE. Un recorte tramposo, como tantos, que intentó forzar un mensaje donde había, en realidad, una denuncia social cruda y dura.
La respuesta de Yamandú es simple: no se trata de aclarar lo obvio a quienes no tienen ninguna intención de entender. “Hay gente que se cierra, que no se quiere ocupar ni un segundo de ver desde dónde está hecha la obra”, dice. Y agrega: “Hay terquedades muy parecidas tanto en la derecha como en la izquierda. A veces hasta igual de peligrosas”.
Yamandú lo dice sin vueltas: Agarrate Catalina no es el brazo artístico de ningún partido político. “En la murga no componemos por encargo ni por dictado. No somos orgánicos. No somos militantes”, aclara.
La canción en cuestión, la criticada, es parte de un espectáculo que busca poner una cámara subjetiva en la cabeza de quien violenta. No para justificarlo, sino para hacer la pregunta incómoda: ¿de dónde sale esa violencia? ¿Qué hace el sistema con esas infancias que ya nacen perdiendo 3 a 0?
“La obra es una foto, no una apología”, explica Yamandú. “Una poesía con estética sonora de cancha. La hicimos con respeto, con mucha pasión. Y si alguien quiere realmente entender, que vea el espectáculo completo. Ahí está todo”.
A casi un cuarto de siglo del nacimiento de la Catalina, sorprende que aún sigan tantos de los originales. “El otro día contábamos: en un show, de los 15 en el coro, 11 éramos del primer ensayo”, cuenta, todavía asombrado. Y eso no es poca cosa: sostener un colectivo artístico por más de dos décadas, con sus egos, sus crisis y sus diferencias ideológicas, es casi una hazaña.
¿Y ahora qué? ¿Qué queda por hacer después de haber girado por el mundo, compartido escenarios con artistas inmensos, cruzado la murga con el rock, el teatro y lo que venga? “Queda seguir. Seguir entendiendo el mundo a través de nuestros espectáculos. Seguir sosteniendo el colectivo, que para mí es el verdadero objetivo. Y ojalá algún día tengamos nuestro espacio, nuestro lugar, donde quedarnos un rato. Y desde ahí, seguir cantando”, anhela Yamandú.
Y mientras tanto, la Catalina seguirá haciendo lo que mejor sabe: hablar sin hablar, responder sin responder y dejar que el arte uruguayo incomode cuando las palabras ya no alcanzan.