A su vez, Cristian Miranda, el empleador, hizo una contradenuncia por “lesiones y amenazas simples”
Ángel Oscar Tapia y su hijo, Leandro Gastón, corren a un camión que avanza por la Ruta 5 sin detenerse, es el mismo vehículo que han manejado en horas de trabajo. Pero esta vez es conducido por su patrón, Cristian Miranda, dueño de Harrison entre otros locales nocturnos, el hombre al que buscan para reclamarle meses de sueldo adeudado por sus tareas realizadas en el Hipódromo.
—¡Frená, queremos hablar! —gritan.
Según consta en la denuncia presentada en la Seccional Primera, Miranda acelera. Los trabajadores saltan hacia los costados para evitar ser atropellados. Uno de ellos logra aferrarse a la puerta del camión. Trepa tratando de obligar al conductor a frenar. Pero pierde el equilibrio y cae de espaldas sobre el asfalto.
Según el relato de Tapia, trabajó más de dos años para Miranda, contratado en el hipódromo. De acuerdo a su relato, siempre cobró en cuotas. “Si me tenía que pagar 800 mil pesos la quincena, me daba 400 mil”, explicó. La deuda se acumuló.
El viernes pasado, a las dos de la tarde, Tapia fue al hipódromo a buscar a Miranda. No lo encontró. Al día siguiente, cuando lo vio al volante lo enfrentó. Lo siguió en auto, lo alcanzó, le exigió que detuviera la marcha. Pero el patrón habría reaccionado con furia.
Según los denunciantes, el empresario los insultó y luego trató de huir, conduciendo de forma temeraria. En ese caos, Ángel volvió a subirse al camión y, con un movimiento brusco, logró soltar el acelerador. El vehículo finalmente se detuvo. Lo que siguió fue un intercambio de gritos, amenazas y acusaciones que solo se apagó con la llegada de la Policía.
El episodio terminó en la comisaría, pero el conflicto no. Tapia y su hijo denunciaron a Miranda por intento de agresión. Miranda hizo lo propio y los acusó de amenazas. Como resultado, la jueza de control, María Elena Gregoire, dictó una medida de restricción contra los trabajadores: por 30 días no podrán acercarse a menos de 200 metros del empresario ni comunicarse con él de ninguna forma.