En el metal pampeano siempre hubo dos vertientes, y no estamos hablando de estilos musicales, sino más bien de personalidades que convivieron –y aún lo siguen haciendo- sin grandes problemas. Por un lado los metaleros más estereotipados, es decir, los fisuras virtuosos, y por el otro los nerds del género que le dicen no al reviente. En estos últimos se encuentra Kyrios, una de las bandas que más han perdurado en la escena local y referentes absolutos del trash made in La Pampa desde hace una década.
“Hay gente para todo, personalmente nunca me gusto romperme. Siempre me interesó disfrutar y apreciar a nivel composición”, sentencia Federico Montero (24), un laboratorista vial (encargado de organizar y probar el material con el que se construye una ruta, por ejemplo) que desde hace 7 años es el baterista de Kyrios. “Los integrantes de la banda somos mesurados, nunca vas a encontrarnos en una situación caótica”, afirma.
Fede ingresó al grupo siendo un pendejo de 16 años, y fue de manera fortuita. En un show de su primera banda, Zontra, faltó el bajista porque se llevó materias, y ahí estuvo presente Mauro Queupul, fundador de Kyrios, quien se cargó el bajo para la ocasión y salvó la noche. “Nos hizo el aguante”, dice Fede, que luego de esa presentación recibió la propuesta para sumarse a la banda de Queupul. “Me pasó las canciones, las estuve escuchando y la verdad que representaban. Le dije que lo iba a pensar porque yo venía de Zontra, algo más progresivo, o bueno, eso intentábamos, y empezar a tocar trash era otra historia”, suelta. Con el alejamiento de “Colimba” Peredo de la bata de Kyrios, ingresa Fede para consolidar el grupo.
Los integrantes de la banda somos mesurados, nunca vas a encontrarnos en una situación caótica
Kyrios publicó dos discos en sus ya diez años de formación, “Disipando Tinieblas” (2017) y “Síndrome Oscuro” (2020), a su vez cuenta con un puñado de demos y varias compilaciones locales y nacionales, pero sin dudas el hábitat natural de la banda reside fuera del estudio y es en el cara a cara con el público. Es ahí donde la formación despliega sus fuegos de artificios usando como base su virtuosismo. “Somos un power trio y tenemos que sonar firmes en el vivo, como una pared. No puede haber un miembro ‘flaco’ ni en la sala ni en el vivo”, resuelve Fede.
Luego del álbum debut el grupo atraviesa su primera crisis con el alejamiento de Agustin Villegas, violero y miembro fundador de Kyrios, quien deja la banda por diferencias creativas. Ese es el momento en el que hace su irrupción Santiago Robles, un precoz guitarrista que rápidamente impone su estilo y da comienzo a una nueva etapa de Kyrios. “Santi es un violero muy prolijo, muy técnico. A la hora de componer y a la hora de tocar en vivo. La tranquilidad para ejecutar en ensayos la posee también en el escenario”, sostiene el baterista, y asegura que su ingreso los obligo a Mauro y a él a “subir la vara”.
Cuando es consultado por el lugar que ocupa Kyrios en la escena local después de tanto rodaje, Federico lo piensa, balbucea y dudando suelta que “sí, creo que tenemos un nombre, somos una banda que está cumpliendo diez años. Hay un público fiel que alienta, que siempre está. No sé si es un lugar muy importante el que ocupamos, porque la verdad que siempre nos han considerado más afuera que acá”, dice. Y es que si bien la banda se ha destacado por su trayectoria en la escena under pampeana, tiene un reconocimiento algo mayor fuera de la provincia, conseguido sobre todo por haber tocado en festivales como MPT, Pacha Huasi, V. Rumipal y compartiendo escenarios con HorcaS, Rata Blanca, Climatic Terra, Ian y otros.
Somos un power trio y tenemos que sonar firmes en el vivo, como una pared. No puede haber un miembro ‘flaco’ ni en la sala ni en el vivo
Sobre el presente no sólo de Kyrios, sino de la movida local, Fede advierte que una hay una suerte de revitalización en el metal pampeano. “En pandemia empezaron a surgir un par de bandas que le aportaron frescura a la escena, se renovó de la nada, no sé, aparecieron Restos, Equilibro, Sabotage…”
Son nuevas formaciones, pero no hay una renovación en cuanto a nuevos músicos, la mayoría de los integrantes de estas bandas que mencionás vienen tocando hace mucho tiempo…
Si, eso es así, no hay un recambio generacional, a lo que voy es que hay un nuevo hambre de creatividad.
¿Te afecta de alguna manera que no exista interés de nuevos músicos por el rock, y para ser más precisos, por el metal, como hace tiempo atrás?
A mi en lo personal la verdad que no, yo disfruto de lo que hago, y lo hago sin pensar si es para pocas personas, para muchas, para alguien que nos sigue desde hace tiempo o para quienes recién nos conocen. Pero sí, estamos atravesando por una escena muy distinta a la que era en 2014 cuando empecé a tocar, o años antes como lo que pasaba en Ángeles del Marconi, por ejemplo. El lugar se llenaba con las presentaciones de bandas locales de metal, y más allá de una cuestión generacional, creo que en 2016 hubo un quiebre, al menos acá en Santa Rosa, donde el metal más trashero dejó de interesar.
¿A qué le atribuis ese quiebre?
No sé muy bien qué pasó, pero creo que algo tuvo que ver la nueva influencia del hardcore, como que eso cambio un poco la escena, los pibes dejaron el trash y se volcaron a ese género, eso vino de la mano de bandas como Mensaje de Unión, Subliminal, The Human Plague. Hubo una masificación del hardcore y el metal perdió lugar. Luego sí, llegó toda una cultura nueva como el trap y lo cambió todo. Pero repito, en lo personal no me influye atravesar por esta falta de músicos y público nuevo. Me da lo mismo tocar en en reducto con cuatro personas que conozco que hacerlo en el Luna Park.
Más allá de que la escena metalera no esté en su mejor momento ni mucho menos, el presente de Kyrios no luce mal. En el mes de octubre estrenaron un nuevo video de su último disco y se encuentran editando nuevo material audiovisual. El trash del power trío más longevo de la provincia sigue sonando y a altos niveles.
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