La Pampa y el horizonte peronista alcanzado: La visita de Alberto, federalismo y el apoyo de Ziliotto

“La última vez que vine fue para el 17 de octubre; un día muy importante, el día de la lealtad”, recordó Alberto Fernández este mediodía en su primera visita como presidente de la nación (la última vez que un presidente había visitado la provincia fue recibido a huevazos) a La Pampa en el marco de su recorrida federal. La visita se produjo horas después que desde el Ministerio del Interior confirmaran la noticia que el Coirco volverá a reunirse el próximo 26 de junio para escuchar los reclamos de La Pampa ante el avance de Portezuelo del Viento, y se revocara la resolución del macrismo que suspendía el laudo presidencial presentado en 2019 y que beneficiaba a Mendoza. Recibido con los brazos abiertos por el gobernador Sergio Ziliotto, Alberto Fernández recorrió el frigorífico de Carnes Pampenas y anunció un plan de viviendas y convenios por más de 7000 mil millones de pesos para obras de infraestructuras.

En medio de la extensión de la cuarentena hasta el 28 de junio y de un clima de histeria entre los ciudadanos porteños y de provincia de Buenos Aires por permanecer en sus casas, Alberto arribó a La Pampa en una recorrida federal con la tranquilidad y el airecito que se respira en una provincia libre de virus-una provincia que lleva más de 50 días sin nuevos casos de covid-19, flexibilizó la circulación social y apertura de comercios; y como si fuera poco, se podrá hasta vacacionar en San Luis y ya se habla de turismo interno-donde recibió un fuerte apoyo de Sergio Ziliotto quién hizo pública su admiración y empatía por el mandatario: “Gracias presidente. Quiero agradecer su fortaleza. Usted va hacer el reconstructor de la economía cuando la pandemia pase, cuente con los pampeanos”, le confesó Ziliotto, quién había sido criticado en la semana por los medios porteños al poner en evidencia el centralismo de la agenda nacional y cuestionar al grupo anticuarentena que se manifestó en Capital Federal: “La pandemia desnudo una Argentina unitaria”, había ratificado el gobernador.

“Me es grato venir a la pampa. Ha tenido siempre buenos gobernadores”, devolvió la admiración el presidente, reluciendo una vez más el horizonte de la utopía del Estado peronista que en Argentina cualquier presidente del partido añora desandar: una administración ordenada, técnica, protectora, obediente y, sobre todo, desendeudada. “En cada provincia, y en el país, debemos hacer lo que se hace en La Pampa, ponernos de acuerdo, tener un horizonte e ir hacia ese lugar”, dijo Alberto.

Por último, el presidente no pudo escapar a las constantes demandas de los pampeanos. La eterna e intranquila causa del Atuel; un conflicto interjurisdiccional histórico fácilmente esquivo para cualquier mandatario: Mauricio Macri había reducido la posibilidad soberana de las provincias integradas en Coirco para darle todo el poder a Mendoza, y que el cauce del río continúe como siempre; y que la obra de Portezuelo avanzara a pesar de no realizarse los estudios de impacto ambiental correspondientes. En este sentido, Alberto Fernández, apostó por la apertura del dialogo entre las provincias, para que ese país “igualitario y federal” no sea más que un slogan de campaña. “Una Argentina integrada supone que el Estado nacional se vincule de otro modo con las provincias y entre las provincia”, aclaró Alberto, una vez más sobre esa necesidad – o utopía- de integrar una agenda nacional. De caso contrario, Alberto ya lo sabe y lo tiene más que claro: “Me lo dicen los carteles cada vez que vengo”, confesó el presidente, sobre esas gigantografías que le recuerda la lucha por los ríos pampeanos.

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