“¿Y a mí, qué? Lo lamento. ¿Qué quieren que haga?”, respondió Bolsonaro a periodistas en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial. “Soy Messias, pero no hago milagros”, agregó haciendo un juego de palabras con su segundo nombre.
Este martes fue el peor día para Brasil en la pandemia: 474 personas murieron en 24 horas y los fallecidos alcanzaron 5.017, superando la cuenta de decesos de China.
El presidente brasileño volvió a minimizar la pandemia, a la que había calificado como “gripecita” hace un par de semanas. “Lamento la situación que estamos pasando, nos solidarizamos con las familias que perdieron a sus seres queridos, en gran parte ancianos, pero es la vida, mañana me tocará a mí; lógicamente queremos una muerte digna y dejar una buena historia en el pasado”, afirmó.
Bolsonaro insistió en que el virus “va a afectar a 70% de la población” y que morirán los que tengan otras enfermedades, sobre todo los ancianos. “Lamentablemente es la realidad, muertes habrá, nadie negó eso”, dijo el militar, quien rechaza la cuarentena aplicada por gobernadores e intendentes.
Por otra parte, el Ministro de Salud brasileño, Nelson Teich, reconoció que hay un “agravamiento de la situación”, sobre todo en ciudades con colapso en las unidades de terapia intensiva, como Manaos y en la ciudad de Río de Janeiro.