La irónica flor pampeana que puede desatar un conflicto en medio oriente

Entre asesinatos a generales, bombardeos a aviones y la advertencia de una Tercera Guerra Mundial, La Pampa suma su granito o chispita para reavivar el fuego de un viejo conflicto en Medio Oriente: Turquía contra el pueblo de Kurdistán.

By Noel Parra /

Ociosamente caminaba una tarde por calles de Santa Rosa, observando el colorido de los jardines de mis vecinos cuando me topé con una planta que contenía una enigmática flor. Casi dos metros de altura, rodeada de colibríes y con una floración espectacular, el arbusto se abría en sus extremidades para soltar unos tentáculos rojos y largos que caían como en una cascada.

Rebosante de emoción, me quedé contemplando una hora el ejemplar -pese a los 30 grados de calor- que parecía extraído de Marte, y decidí tomar una imagen para satisfacer mi curiosidad, la cual aumentó al descubrir que la apodaban -vea bien- de la siguiente manera: “Barba de chivo”, “Mal de ojo”, “Lagaña de perro”, “Espiga de amor”, “Disciplina de monja” (repito: “Disciplina de moja”) o “Chorno”.

Un rato más estuve elucubrando ideas sobre el significado de estas palabras hasta que resolví romper el pacto de la siesta e irrumpir a las 3 de la tarde en la casa de mi vecino. Toqué la puerta, toqué el timbre, nada, intenté una vez más y mi felicidad fue tan grande -que no la puedo expresar en estas palabras- al descubrir que mi vecino era nada menos que un ecólogo especialista en estos temas.

Me invitó a pasar a su casa y me contó que esta bella planta es nativa de La Pampa, oriunda del oeste, de los montes, donde mayormente hay jaramilla (pero la “Barba de chivo” o “Caesalpinia gilliesii”no se queda atrás en cantidad y menos en calidad). Me dijo que es tan importante y simbólica para la provincia como el caldén, “de hecho son de la misma familia porque ambas largan chauchas”, que es resistente a la sequía y que se adapta a suelos pobres, arenosos o pedregosos.

El meollo de la cuestión se empieza a develar a partir de ahora. Resulta que nuestro amigo el ecólogo ha viajado muchas veces a Turquía y tiene un amplio conocimiento respecto de este país. La última vez que fue descubrió que en Troya -la histórica y célebre ciudad- está lleno de Barbas de chivos, desde la entrada hasta el último rincón, “hay tantas ‘Barba de chivo’ como turcos en el mundo tomando té”, explicó.

Nuestro ecólogo le preguntó a su colega ecólogo turco cómo le decían a la Barba de chivo en Turquía y este respondió “Ataturk”. “Ata” significa padre y “turk” Turquía”: Ataturk es el padre de Turquía. Fíjese usted el valor que le dan los turcos a nuestra querida flor pampeana. Pero esta no es la anécdota central, ya vamos a llegar. Ataturk le pusieron a Mustafá Kemal, el prócer que liberó a Turquía. Cuando el Imperio Otomano (aliado a los alemanes) perdió la Primera Guerra Mundial, las potencias (Francia, Inglaterra y Grecia) invadieron el territorio que luego se llamó Turquía. Kemal (Ataturk) organizó el ejército y al cabo de 5 años -en 1923- expulsó a los extranjeros, consagrándose y siendo presidente de Turquía hasta su muerte en 1938. Nada menos que esta es la importancia de la palabra “Ataturk” en Turquía.

Más allá de esto, Turquía históricamente estuvo en conflicto con el pueblo kurdo, que son parte de los pueblos originarios del territorio, porque los turcos en realidad vienen del centro de Asia, en una imigración que ocurrió hace más de mil años, cuando llegaron a Anatolia y se apoderaron de todos los pueblos entre ellos, los kurdos. Los kurdos están hacia el este de Turquía (también en Siria e Irak) en una nación -Kurdistán- que no tiene territorio. Los turcos no les permiten usar su lengua, tampoco su bandera y su principal líder está encarcelado. Ese es el nivel de marginación y subordinación del pueblo kurdo a manos de los turcos.

¿Y qué ocurre? Cuando florecen las mágicas “Barbas de chivo” despliegan los mismos colores de la bandera kurda, de modo que el símbolo de este pueblo originario y marginado se inunda por toda Troya. Es como si Israel de pronto se ve invadida por por una flor que representa los colores palestinos: blanca, roja, negra y verde. “Encontré muy irónico que la flor que tiene el nombre del padre fundador de Turquía (Ataturk), cuando florece larga los mismos colores que la bandera kurda”, señaló José, el curioso ecólogo.

¿Qué pasaría si los turcos toman conciencia de esta picaresca? Esta planta fue extraída de La Pampa y fue introducida en Turquía no se sabe cuándo ni por quién (en este momento nuestro amigo ecólogo está haciendo las investigaciones pertinentes para seguir la saga de la flor que puede desatar un conflicto en Medio Oriente).

Ahora bien, los pueblos marginados y resignados que ya no ven la lucha armada como una posibilidad (como Kurdistán con Turquía o La Pampa con Mendoza) tienen un sólo camino para resistir, por lo menos, con algo de dignidad: la picaresca. La reflexión sería así: “Si no puedo tener una bandera, no me dejan hablar mi lengua y tienen a mi líder encarcelado, por lo menos voy a reírme de ustedes en verano cuando florezcan las flores de los colores de mi bandera en su territorio sagrado”.

Pero la picaresca no es gratis. Como explicó Juan Terranova en Moral y picaresca: “Mordaz con el otro, irritante en su propia constitución, la picaresca también afecta al pícaro, que corre riesgos, que puede ser mordido por la respuesta del poder, o de otro pícaro. El Lazarillo roba vino acostándose abajo de la vasija pinchada y el ciego, al descubrirlo, le rompe los dientes con un golpe de esa misma vasija. A zorro, zorro y medio. Esos dientes rotos son la risa de la picaresca sobre su propia existencia”.

¿Qué pasará cuando los turcos, achanchados de su poder e ingenuos por la pereza que implica la comodidad de su estabilidad, se percaten de la humillación del pueblo kurdo? ¿Qué rol jugó en todo esto el pueblo pampeano? Y mirando para adelante, ¿qué picaresca está preparando La Pampa para el pueblo mendocino ante el robo del Atuel y el posible robo del Colorado? Sabrosos temas para próximas notas.