Desde Colombia, en carne propia el cronista da un panorama general sobre los últimos hechos sangrientos protagonizados por un corrupto poder político y su policía. Cuenta las historias de estudiantes, líderes sociales e indígenas asesinados, que se “convirtieron en una estadística más”. “Salir a la calle hoy día significa ver cómo el verdugo aparece y reinventa la muerte”.
El dato surge de un relevamiento de la Casa del Encuentro, que registró 250 femicidios durante el aislamiento. Sin formación específica, la falta de protocolos de violencia de género y de estadísticas hace imposible trazar políticas efectivas. El encubrimiento posterior, otro problema.
Para salir de la indigencia decidieron irse. Creían que viajaban a una localidad chaqueña pero los traían a una mueblería santarroseña donde sufrieron el trabajo esclavo: encerrados, la jornada duraba 17 horas a cambio de una precaria subsistencia. Escaparon, fueron a una iglesia. Pasaron los años y se reinventaron: él albañil, ella estudiante de abogacía, gracias a la ayuda de la Unlpam. Hoy abrieron un merendero en el asentamiento del Santa María. Una historia de desesperación, violencia y superación.
Pese al cambio de paradigma feminista que se está viviendo, las mujeres penitenciarias se presentan como un punto ciego de la época. Aseguran que son ninguneadas por los medios y las organizaciones sociales, que en ningún momento se acercaron. Historias de humillación y de violencia. “Trabaje en cárcel de mujeres y padecí como mujer. Fui humillada y maltratada y no quiero que siga ocurriendo”.
Héctor Alberto Freigedo concurrió a la Legislatura ante la propuesta del Ejecutivo para que ocupe
Dos mujeres advierten que han sido golpeadas por González, quien tiene una causa del 2015 por violencia de género. Una habría estado 3 días en terapia intensiva. Otra corroboró hace unas semanas la violencia sufrida cuando la citaron a declarar por haber querido ingresar a la habitación de Nadia.
Piñas, patadas, cortes, mordeduras, asfixia y daños en estado de inconsciencia: las atrocidades que el brutal torturador administró por 20 horas, mientras tomaba siestas y retomaba su labor de verdugo, en el cuerpo de la víctima.
Nadia Lucero vivió verdaderamente un calvario hace un mes, cuando su pareja la retuvo durante
“González no está en el Molas. Estuvo ahí con la custodia correspondiente durante 30 minutos,
Lo confirmó Jorge Lucero a Revista BIFE, esta mañana en la Ciudad Judicial, minutos previos
