Antonella Villalba, de 27 años y madre de tres niños, murió este domingo en la precaria vivienda de la localidad de Toay que ocupaba desde le mes de junio. “Mi vida es toda lucha, estoy cansada”, le contó a BIFE durante el crudo invierno de este año cuando no tuvo otra alternativa que buscar refugio para sus hijos en una casa deshabitada, propiedad del municipio de Toay. Sin luz, sin gas y sin agua.
Luego de que BIFE diera conocer el caso de Antonella y Florencia -otra madre en la misma situación de vulnerabilidad-, desde la intendencia de Toay no se le brindó alternativas a las dos jóvenes y sus hijos. La política que implementaron desde el municipio fue la de judicializarlas por la usurpación ilegal de dos viviendas venidas a menos. Un milagro hizo que ninguno de los pequeños murieran por hipotermia en la temporada de heladas.
Marisa Pérez, trabajadora social y militante de la agrupación feminista Pan y Rosas, uno de los pocos espacios que se interioriazaron por la situación de las dos madres, resaltó en diálogo con BIFE las graves omisiones por parte de las autoridades.
“Nos acercamos a Antonella y a su compañera cuando nos enteramos, a través de los medios, de que estaban ocupando viviendas municipales en Toay. Nos pareció urgente acompañarlas y exigir soluciones. Sin embargo, lo que recibieron fue persecución: una causa penal iniciada por la municipalidad por usurpación, patrulleros en la puerta de su casa y un abandono total”, relató Pérez.
Desde la agrupación enviaron dos notas al intendente de Toay, Ariel Rojas, para que intervenga ante la situación de precariedad por la que atravesaban las dos mamás. En ninguna de las dos ocoasiones obtuvieron respuestas. “Nunca nos respondió ni él ni nadie del municipio”, afirmó Pérez.
Otra de las cartas que envió la agrupación fue dirigida al director provincial de Niñez y al defensor de Niñez, Juan Carlos Meaca, solicitando asistencia para las jóvenes. “Sólo hubo promesas vacías, como gestionar luz y gas, algo que nunca se concretó. Mientras tanto, Antonella y sus hijos soportaron el nvierno sin servicios básicos”, explicó Pérez.
Durante estos meses, la militante mantuvo contacto con Antonella y la describió como una “mujer luchadora”.
“Vendía fruta, hacía pestañas, lo que fuera necesario para mantener a sus hijos. Pero con ingresos limitados y alquileres impagables, terminó ocupando una vivienda en condiciones extremas y fue perseguida por el municipio”, concluyó Pérez.