El morbo policial: yendo del living a la cana

Con la legitimación de las detenciones, las fuerzas de seguridad están teniendo un papel preponderante en esta nueva etapa de la vida en cuarentena. Entre autoritarismo y estado de sitio, el cronista reflexiona sobre el morbo de los uniformados.

La palabra morbo es definida por la RAE como el interés malsano por personas o cosas y/o atracción hacia acontecimientos desagradables. Podemos decir entonces, aunque no sea del todo correcto, que el morbo es lo opuesto a la fobia. Mientras la fobia es la repulsión o repugnancia ante cierta cosa o situación, el morbo es la atracción hacia hechos y sucesos desagradables, sangrientos, violentos, tenebrosos, etc.

  La psicología tradicional lo define como la necesidad de ver, oír, oler o interactuar de alguna manera con lo que socialmente se cataloga como prohibido, asociándose con la perversión. Entonces, para entenderlo en una sola frase, el morbo es la transgresión como fuente de placer.                                             

El presidente Alberto Fernández, una semana atrás, reflexionaba sobre un posible estado de sitio, aunque por el momento sigue desestimando tal alternativa. Pero ¿qué es un estado de sitio? Se trata una situación excepcional prevista por el artículo 23 de la Constitución Nacional, en la que quedan suspendidas ciertas garantías constitucionales frente a dos supuestos: conmoción interior o ataque exterior.

¿Pero qué pasa o puede pasar estos días en que se legitimó su autoridad y la población aplaude satisfecha si agarran a un pobre diablo de los pelos por caminar en la calle? “

  El artículo 23 se manifiesta de la siguiente manera: “En caso de conmoción interior o de ataque exterior que pongan en peligro el ejercicio de esta Constitución y de las autoridades creadas por ella, se declarará en estado de sitio la provincia o territorio en donde exista la perturbación del orden, quedando suspensas allí las garantías constitucionales. Pero durante esta suspensión no podrá el presidente de la República condenar por sí ni aplicar penas. Su poder se limitará en tal caso respecto de las personas, a arrestarlas o trasladarlas de un punto a otro de la Nación, si ellas no prefiriesen salir fuera del territorio argentino.”

No quisiera llegar a eso, hablaría muy mal de la sociedad argentina” había declarado Fernández, haciendo referencia al estado de sitio. Pero el presidente no es estúpido, y cuando dice que hablaría mal de la sociedad no se refiere tanto de dar una imagen infantil sino sobre las desgracias que podrían ocurrir con las fuerzas policiales tomando el control. Sin embargo, sin estado de sitio por el momento, la policía y su morbo salen de las sombras para saciar sus deseos perversos. 

Sin embargo, sin estado de sitio por el momento, la policía y su morbo salen de las sombras para saciar sus deseos perversos”

Sin ánimos de vueltas ni preámbulos iré directo a las canillas: el morbo de la policía esta puramente ligado a los años de dictadura militar. Añoran aquellos años en que eran temidos (ellos le llaman respeto), vistos como gigantes y héroes de guerra. En la actualidad se los puede ver de caras largas, malhumorados, angustiados por no poder desenfundar el arma para intimidar (incluso disparar), amargadísimos porque cualquier mocoso se anima a enfrentarlo sin poder darle un cachetazo. ¿Pero qué pasa o puede pasar estos días en que se legitimó su autoridad y la población aplaude satisfecha si agarran a un pobre diablo de los pelos por caminar en la calle? Ese morbo retenido, reprimido y ocultado sale a la luz. Son días en que la policía se ahorra años de terapia psicológica.

  (Graciela Montes, al recordar el último golpe de estado, explica que los milicos cuando toman la sartén por el mango en seguida militarizan todo. Es decir, el país se convierte en un cuartel y los ciudadanos pasamos a ser reclutas. Y lo que pasa en un cuartel lo podemos intuir fácilmente: hay muchos ruidos y poca oreja: ordenes, consignas, disciplina, castigos; y la sociedad casi contenta con su obsecuencia putrefacta.)

  Quien elige ser policía es porque goza del orden extremo y ejercer su poder sobre el otro inferior, pero fuera del cuartel y en un sistema democrático se encuentran obligados a reprimir ciertos deseos morbosos. En estos días Argentina se parece bastante a un cuartel, entonces surge la pregunta si es correcto darle a la policía esa autoridad de cuidadores y superpapás y creer (hacerles creer) que tienen la misión de salvar al mundo sin importar si intervienen preceptos nocivos.

Hay muchos ruidos y poca oreja: ordenes, consignas, disciplina, castigos; y la sociedad casi contenta con su obsecuencia putrefacta”

  En fin, la idea de este texto son dos: la primera es abrir un debate, discutir preguntas como ¿qué función cumple la fuerza policial, ejercito, en un sistema democrático? ¿cuál es el orden que necesitamos como sociedad? ¿La sociedad añora, a su vez, un sistema represor y autoritario? Etc. La segunda es una advertencia para quienes creen que el interés de la policía es cuidarnos, porque puede haber otro interés de índole estrictamente psicológico y perverso, que nos puede lastimar.

139 thoughts on “El morbo policial: yendo del living a la cana

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