Las sirenas volvieron a sonar en Israel tras una nueva ofensiva de misiles lanzada por Irán, mientras aviones israelíes bombardeaban puntos estratégicos en territorio iraní, incluidas zonas cercanas al reactor nuclear en Bushehr. El conflicto escaló con la decisión del presidente Donald Trump de sumar a Estados Unidos a la ofensiva contra Irán, bombardeando instalaciones nucleares en Fordo, Isfahán y Natanz. El Pentágono afirmó haber “devastado” el programa atómico persa.
Teherán respondió con el lanzamiento de 40 misiles sobre territorio israelí, que dejaron al menos 23 heridos. En Haifa, un misil impactó sin que sonaran las alarmas. La Guardia Revolucionaria iraní aseguró que la operación contra Israel continuará de forma “precisa y feroz”, y acusó a EE.UU. de ponerse en la “primera línea de agresión”.
Irán advirtió que las bases estadounidenses en Medio Oriente son ahora “objetivos legítimos” y amenazó con represalias a cualquier país que colabore con Washington. Además, el Parlamento iraní aprobó una moción para cerrar el estratégico estrecho de Ormuz.
En la ONU, China, Rusia y Pakistán propusieron un alto el fuego inmediato, aunque se anticipa el veto de EE.UU. Rusia advirtió que “la Tercera Guerra Mundial podría estar muy cerca”. Trump, por su parte, lanzó un ultimátum a Irán y pidió un “cambio de régimen”. “Habrá paz o una tragedia mucho mayor”, declaró.
Mientras tanto, Irán denunció ante la ONU una “violación imperdonable del derecho internacional” y prometió responder “sin piedad”. El presidente Pezeshkian afirmó que EE.UU. busca saquear recursos de los países islámicos. Diplomáticamente, las vías de diálogo parecen cerradas. Irán acusó a la OIEA de parcialidad y ratificó que su programa nuclear no ha sido desmantelado.
