La noche del martes -pre Día del Trabajador- no solo marcó el regreso de No Te Va Gustar a Santa Rosa, sino que también fue el inicio de un nuevo espacio para albergar shows de abultada convocatoria en la ciudad y en uno de sus barrios más caracteristicos: Villa Santillán. El Club San Martín será de ahora en más el epicentro de los recitales organizados por Rancho Aparte, la productora con mayor peso de La Pampa. Y en esta nueva etapa del “Gigante” de la Villa, las entradas quedaron agotadas.
Son poco más de las 6 de la tarde y espero a Juliana. Juliana es una amiga o algo así. O como le gusta llamarle al biempensantismo: un “vínculo”. Llegó más temprano de lo que creía que iba a hacerlo pero no hubo mayor inconveniente ya que después de las 14:00 hs. gozo de una disponibilidad horaria bastante flexible. Ninguno de los dos somos fan de la banda pero nos parece una buen plan ir a ver una grupo de esa talla y también creemos que es una buena ocasión para volver a vernos y hacer algo. La tarde está particularmente amable y todo indica que la noche portará la misma actitud.
Nos conocemos desde hace un año y durante ese año me mudé tres veces y ella conoció esas tres locaciones. Me dice que el lugar está bien, que es cómodo y que está cerca de todo y que es una gran ventaja que mi laburo esté a solo tres cuadras. Prepara el mate mientras yo voy por la segunda o tercer lata. Me dice que coma de las facturas que acabamos de comprar pero le respondo que no porque la cerveza también es alimento y porque deseo continuar con mis niveles de azúcar en sangre controlados. Hablamos sobre coyuntura, sobre algunos tuits del usuario @contrarreforma y coincidimos en que ya no discutimos tanto por política.
Nos tiramos un rato en el sillón mientras esperamos que el tiempo se consuma hasta el recital. “Poné otra cosa, algo menos depresivo”, me dice refiriendose a Ellioth Smith que es lo que suena en el televisor y le pregunto “¿otra cosa como qué?” y dice “Arctic Monkeys” y entonces busco un show en vivo en Londres donde presentaron su último disco. Recibo un mensaje de un amigo sobre el partido que está disputando Boca contra Estudiantes y lo leo de reojo. “¿Por qué no fue penal eso?”, dice el whatsapp y le contesto que no lo estoy viendo y le pregunto cómo estamos jugando mientras Alex Turner entona “Do i wanna now”. Me envía otro mensaje pero esta vez de audio y no comenta nada sobre el juego, sólo despotrica contra el arbitraje. Juliana ojea un libro que le acabo de regalar y le recuerdo que se lo debía por su cumpleaños.
Mientras ella lee, yo me dirijo hacia la computadora y busco un link para ver como va el partido. Las imágenes glitcheadas aparecen en la pantalla justo cuando Boca acaba de abrir el marcador con una jugada muy lograda y celebro con un “vamooo” que se pierde entre el sonido de la banda inglesa. “Sacá el champan”, dice el mensaje que acabo de recibir de mi amigo y ahora sí me informa diciendome que “estamos jugando muy bien”.
Juliana va a la habitación y cuando vuelve me dice que ya está lista y me muestra la remera que se puso. La prenda tiene unos dibujos con un estilo idéntico al que utiliza Santiago Motorizado para sus discos y afiches como solista. Es una remera con figuras de manifestantes, madres de Plaza de Mayo y policías que evocan a las manifestaciones de diciembre de 2001. “Me puse esto porque siento que siempre estamos en 2001”, me dice.
El taxi nos deja sobre la calle Alberdi y enseguida nos damos cuenta que la entrada que se dispuso es por Dante Alighieri. Caminamos unos metros y nos topamos con una manta sobre el piso que contiene una importante cantidad de remeras de No Te Va Gustar. Hago contacto visual con quien está a cargo de la venta y veo que es un chabon de unos 30 años que lleva puesto jogging, buzo con capucha y una gorra y parece que siente mucho más el frío del que realmente hace. Casi sin perder tiempo mete un gancho de vendedor mañoso: “Miren, miren tranquilos. ¿Cuál les gusta?”.
Le digo que está bien, que sólo nos llamó la atención la variedad de prendas y le pregunto de dónde es y él me relojea con un dejo de desconfianza e inmediatamente le digo que vine a cubrir el recital y que estoy haciendo una crónica y recién ahí me cuenta que es de Buenos Aires y que se la rebusca con el merchandising de bandas desde hace unos años. También me comenta que después del show de esta noche se va con su compañero a Bahía Blanca en bondi con los bolsos a cuestas porque al día siguiente toca NTVG en esa ciudad y que luego vuelven a Santa Rosa, otra vez en bondi, para el recital de Las Pastillas del Abuelo. Me dice que no se vende mucho pero que algo sale y me cuenta que no tiene problemas con las bandas por vender merch trucho. “Me dejan laburar”, dice.
Se acerca su compañero a saludarme y veo que está escuchando el partido de Boca y Estudiantes por un canal de Youtube desde el celular y estiro la cabeza para ver como vamos y observo que el resultado indica que seguimos ganando 1 a 0. Me pregunta donde hay un bar cerca donde se pueda ver lo que resta del encuentro y le digo que cerca no hay nada, que tiene que ir hasta el centro. Hace un gesto de resignación mientras vuelca su mirada hacia la pantalla del teléfono.
Entro con Juliana al San Martín y la banda aún no comenzó pero el clima es festivo y está totalmente lleno y se nota que hay algo de ansiedad en el ambiente. Cerca de la barra, donde nos ubicamos, no veo gente menor a 35 años y eso tiene mucha lógica. La puesta en escena luce muy bien y a los pocos minutos irrumpe No te Va Gustar en el escenario con Emiliano Brancciari al frente, lider absoluto de la banda que en el segundo lustro de los 2000 -en plena época de “guerrita” por las papeleras del Río de la Plata- dirigió la avanzada uruguaya junto a La Vela Puerca.
Abren con un tema que no reconozco pero casi todos alrededor mío sí y lo hacen saber al acompañar la letra. Seguidamente suenan los acordes de uno de los hits más radiales de NTVG, “A las nueve” y es imposible no recordar el estribillo. La banda continúa con otra que sabemos todos como “Cero a la izquierda” para luego continuar con temás de cadencia reggae que a mi entender es ahí donde No Te Va Gustar encuentra su mejor forma.
De un momento a otro me acuerdo del partido de Boca y saco mi celular y voy directo a google para ver el resultado y arroja 1-1 y observo que en los penales no pudimos. Me afecta más de lo que creía y pienso que Martínez no sabe “cerrar” los partidos, pero eso que pienso no impide que vaya en busca de otra cerveza y mientras espero para retirar el ticket cae un whatsapp de mi amigo que dice que la derrota es durísima y obvio que coincido pero al instante veo que manda otro mensaje en el que dice que prefiere ganar a jugar bien y no puedo creer que diga tal boludez porque está claro que siempre es mejor ganar.
Vuelvo al lado de Juliana y la veo sacando fotos al público y me muestra una secuencia de imágenes que capturó de una pareja que está a poco metros nuestro. En las fotos la chica tiene la mirada puesta sobre su chico mientras él trata de contenerla poniendo su mano por arriba de su cintura y pareciera que ella le está arrojando un reproche. “Es como si estuviera molesta con él por algo, pero fijate que a la vez le está bebotenado”, dice Juliana y pienso que su apreciación es acertada.
El climax llega con “Pensar” y otro de los puntos altos de celebración es la melancólica “Chau” y luego de dos horas de show observo que no hay un público agotado y que lejos de eso, pide más. Y me doy cuenta también que no es casualidad que esta sea la segunda visita de NTVG en menos de dos años.
La banda luego de cada tema mencionó a que disco pertenece cada canción y pienso que eso revela lo conscientes que son al saber que su “momento” ya pasó y que hoy luego de 30 años de carrera el lugar que ocupan es este, el de repasar su repertorio y estar a la altura. Vivir del pasado, de lo conseguido, pero sin dejar de estar en forma para continuar alimentando la nostalgia porque saben que nadie de los que están acá esperan “lo nuevo” de ellos. Y eso me resulta muy honesto.
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