El drama de una familia del Atuel empeora día a día: “Las grietas en las paredes son más profundas, nadie nos da una mano y no conseguimos sitio donde ir”

El pasado 3 de junio Revista Bife se acercó al barrio Río Atuel, precisamente al domicilio de Miguel y Roxana, una joven pareja con dos niños de 10 y 8 años. La casa que alquilan desde hace 3 años se está viniendo abajo. Las múltiples pérdidas de agua y desperfectos cloacales que hay en la zona, están ocasionado rajaduras en las paredes, los techos y los pisos. El peligro de derrumbe es inminente y se acrecienta a medida que pasan los días.

A un mes de que se haya visibilizado el drama de la familia, su situación ha empeorado. Las grietas en las paredes de la casa se han profundizado y, ahora también, el techo de la habitación gotea por las pérdidas del departamento de arriba. Al peligro del derrumbe se suma el peligro de la electricidad.

Están buscando desesperadamente una casa para habitar pero no encuentran. La dueña del departamento del Atuel les dio tiempo hasta el miércoles –dentro de 2 días- para desalojar el domicilio. Pero no podrán irse porque nadie quiere alquilar a una pareja con hijos. Las casas donde podrían ir tienen un precio que supera los 130 mil pesos al mes (en el Atuel pagan 18 mil pesos), cifra inalcanzable para el matrimonio que junta unos 100 mil pesos entre el trabajo en el aserradero del hombre y la venta ambulante de perfumes de la mujer.

“Nadie vino, nadie nos dio una mano, es todo demasiado triste”, dice Roxana en diálogo con Bife. “Se está rompiendo todo poco a poco. El hueco en la pared es cada vez más profundo y la pieza se llueve toda”.

“El municipio nos dijo que nos va a ayudar, pero dándonos 15 mil pesos. Con ese dinero no se hace absolutamente nada”, lamenta. “La gente no nos quiere alquilar porque tenemos hijos. En el Vial había una casa que estaba convencida que íbamos a poder ir, pero nos dijeron: ‘sin hijos’. Igualmente si conseguimos un sitio no vamos a poder ir porque todo supera los 130 mil pesos por mes, y no tenemos esa plata”.

Pese a que el matrimonio paga 18 mil pesos por el departamento del Atuel, una cifra casi inexistente en el mercado inmobiliario actual, tienen graves problemas para cubrir sus necesidades básicas. “Las últimas dos semanas del mes estamos tirados mal, no tenemos para comer. Yo hago la comida a la noche y al mediodía siguiente se toma té”, cuenta Roxana.

“¿Qué van a hacer dentro de 2 días que se cumple la fecha que les dieron para desalojar el domicilio?”, se le pregunta. “Si no consigo nada yo no me voy a ir de acá, pese a todos los problemas que hay y las grietas de las paredes y la lluvia en la habitación. No voy a estar en la calle con el frío del invierno y los nenes”.

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