El barrio Atuel al borde de una tragedia: Vecinos temen la inmenencia de un derrumbe

El barrio Río Atuel está en verdaderos problemas. Cuando se ingresa a la casa de Miguel se puede observar en un sector que se forman en el suelo pequeñas montañas, y más allá el piso directamente se ha levantado y permanece inclinado.

La mesa, los muebles, las sillas se tuercen y uno ahí dentro empieza a observar todo desde esa perspectiva: un sitio a punto de derrumbarse.

Miguel estuvo a punto de quebrarse al finalizar la conversación, cuando se le preguntó qué iban a hacer con su familia si dentro de 2 días no consiguen una casa para alquilar. “Nos tendremos que dividir, mis dos nenes y mi señora por un lado y yo por el otro, y ver adónde paramos”, suspiró.

Les dieron hasta el 5 de junio para desalojar la casa porque se está derrumbando. Actualmente pagan 18 mil pesos y todos los propietarios por fuera de esa zona empiezan a hablar a partir de los 80 mil pesos, dinero del que Miguel -32 años, trabajador de un aserradero- no dispone. Si lo tuviera tampoco lo podría utilizar, porque le piden un sueldo en blanco y de garantía a empleados públicos.

A la derecha de Miguel está sentado uno de sus hijos. Arriba de él se abre en la pared una grieta que como un serrucho atraviesa la totalidad del concreto. Es tan marcada que si uno se para frente a esa fisura desde el comedor puede observar casi sin problemas lo que sucede del otro lado de la pared, en la habitación, donde duerme el segundo hijo de Miguel.

En esta habitación, la única del hogar, la grieta agujerea el frente, atraviesa la esquina y sigue por el lateral extendiéndose unos 3 metros. “Esto se rajó por completo cuando empezaron la refacción del departamento de al lado, porque a ellos directamente se les hundió el piso, como a mí me pasó en un parte del baño”, dice Miguel y agrega que está todo a punto de caerse.

“Se toca un pared, y se raja otra, se quiere arreglar el baño del vecino, y se me hunde el mío”. Dentro de 2 días Miguel tiene que abandonar el hogar. Por el estado deplorable de la construcción no saben si van a poder volver. Sus vecinos tampoco tienen la certeza si tras el intento de arreglo sus propias casas comenzarán a venirse abajo, como un efecto dominó. Como le ocurrió a Miguel.

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