Sentado en el vestuario, junto a sus compañeros que se masajean el cuádriceps, se muerden las uñas, ensayan cábalas o depositan la ansiedad en el pie moviéndolo velozmente hacia arriba y abajo, está Alexis Mac Allister, quieto y erguido, con los brazos a los costados, observando a Lionel Scaloni que gesticula en la charla antes de jugar contra Polonia.
Detrás de una expresión extraordinariamente privada de gestos, ¿qué pensamientos subterráneos habitan en la mente del santarroseño a días de cumplir 24 años en la previa del partido en el que se iba a consolidar definitivamente anotando un gol e iba a ser elegido por Budweiser como mejor jugador del encuentro? ¿Recordaba los cuentos que su padre, Carlos, inventaba y le leía todas las noches a él, a Francis y a Kevin cuando eran niños donde tres hermanitos jugaban juntos en el Real Madrid? ¿Rememoraba las críticas que uno de sus hermanos le había hecho en medio del mundial a través del grupo de wap “Los Mac”? ¿o acaso no pensaba en nada?
¿Qué pensamientos subterráneos habitan en la mente del santarroseño a días de cumplir 24 años
A contramano de la imagen que hoy tiene Alexis, en la infancia era el más extrovertido y revoltoso de los tres hermanos. Un niño contestador, vago, rebelde, divertido, travieso, “de juntar amigos” (“en las vacaciones era el que se mandaba una macana”, cuenta un familiar a Bife). Si bien nació con talento, era el menos disciplinado. “Francis era responsable y Kevin metódico, pero Alexis no, aunque el talento se le notaba desde temprana edad”, explica otra persona cercana a la familia Mac Allister/Riela.
Una mañana Alexis despertó y cambió para siempre. En plena adolescencia, de repente dejó de ser aquel chico intenso y pasó a ser más bien introvertido, encerrado en sí mismo. Necesitado de espacio, le ampliaron la habitación para que pudiera estar solo, y de esta manera empezó a moldearse la estructura mental del jugador de élite que es hoy, recubierto de emociones austeras y sentimientos apagados y controlados, sin arrebatos de éxtasis ni bajones prolongados: con los pies profundamente en la tierra. “El siempre supo que es bueno, tiene el ego necesario, pero no se cree ni más ni menos que nadie. Tiene la medida justa”. Como si hubiera adquirido, por propia naturaleza y estímulos externos de la familia, un estado de madurez espiritual diferente al del común.
Si bien nació con talento, era el menos disciplinado. “Francis era responsable y Kevin metódico, pero Alexis no”
Nacido en una familia enteramente futbolera, Alexis es hijo de Carlos Javier Mac Allister, aquel defensor rústico de 1m68cm que debutó en el 86 con la camiseta de Argentino Juniors y jugó hasta el 92 donde pasó a ser parte del plantel xeneize, equipo en que fue valorado por su estilo aguerrido y le sirvió de trampolín para dar un fugaz salto a la selección, en 1993. Alexis, sobrino de Patricio, quien tuvo sus primeros minutos en Primera en 1984 en Estudiantes de LP, pasó por Argentinos, Deportivo Maipú y Aldosivi, pero su carrera de 11 años se extendió fuera del país, jugando en México y Japón. Alexis, nieto de Carlos Alberto “Pocho” Riela, crack de pueblo, de cancha de tierra, nacido en Victorica, jugó en Deportivo Cochicó de marcador central, de cinco, de volante, de enganche… Alexis, hermano de Francis y Kevin, nacidos en 95 y 97, uno volante y otro lateral, juegan en Rosario Central y Argentinos Juniors. Alexis, el integrante del nuevo mediocampo del seleccionado que impacta al mundo, como volante y hasta mediapunta.
El primer gran momento de la familia se dio en 2017 cuando Kevin, Francis y Alexis jugaron en Argentino Juniors al mismo tiempo, y se cumplió el deseo Carlos Colo Mac Allister narrado en los cuentos que inventaba y les leía a sus hijos por las noches. Fue en la derrota ante San Lorenzo por 1-0.
La pelota nació con Alexis y con la pelota todo lo que lo rodea. Carlos Javier se aseguró de impregnar en Alexis de temprana edad la disciplina del deportista de alto rendimiento, cómo declarar en conferencias de prensa, cómo ser en el vestuario con sus compañeros, de qué manera desenvolverse tanto fuera como dentro de la cancha. Así lo explica en una entrevista con María O’donnell, en la que también dice: “Alexis sabe que los jugadores todos los días mejoran o empeoran, y en la medida que seas más profesional, vas a mejorar. En la medida de que seas más vago, vas a empeorar”.
También cuenta: “Permanentemente comparamos la estadística de Alexis con los mejores centros de la Premier League, o los mediocampistas argentinos, se compara y se ve en qué hay que mejorar”. Carlos Javier les empezó a pedir ayuda a sus hijos a partir de que cumplieran 7 años en su trabajo como empresario del Club Mac Allister, puntualmente los niños se centraban en la parte estadística de los jugadores. “Por suerte se la pasaban mirando fútbol y no jugando a la Play Station”, dice.
Empezó a moldearse la estructura mental del jugador de élite que es hoy, recubierto de emociones austeras y sentimientos apagados y controlados, sin arrebatos de éxtasis ni bajones prolongados
Pese a este “estar encima” del padre, Alexis aclaró en una nota en ESPN: “Nosotros somos jugadores de fútbol porque nosotros quisimos, no porque papá nos obligara”. Luego detalló: “Nos hacía sentir el rigor para que hiciéramos esfuerzos y lo valoremos. A entrenar me mandaba en bondi. Y finaliza: “Siempre fue como un entrenador extra fuera del campo”.
Dependiendo la personalidad de cada persona, la exigencia del padre pudo haber aplastado o potenciado al jugador. En el caso de Alexis lo potenció, y junto a la elevación técnica y física, vino esta austeridad de emociones de la que se habló. Tuvo un sólo momento “duro” en su carrera. Ocurrió cuando llegó al Brighton. Primero el equipo inglés lo compró y lo cedió a Argentino y Boca para que ganara experiencia. La idea de Alexis era quedarse en Boca un tiempo más, pero se enteró que el club bostero había mandado un mail al Brighton pidiendo más dinero para liberarlo. Sintió que no era “valorado”, que sólo querían más plata y tomó la decisión de irse.
Cuando llegó a Inglaterra el virus el Covid estaba en plena expansión. De inmediato se estableció la cuarentena y Alexis la tuvo que transitar con su novia, entrenando por Zoom. Fueron momentos duros, según afirman allegados. En el momento de su mayor crisis, llegó a pensar que no podía con esa liga y recurrió a la contención de su familia. Pasó de ser una estrellita en Argentina a ser el que medía más bajo de sus compañeros.
Sus primeros partidos en la Premier le costaron, sobre todo físicamente. El fútbol inglés es muy competitivo, y si uno no está al 100% corre el riesgo de retroceder unos cuantos casilleros. Finalmente adquirió una potencia y velocidad que antes no tenía, recuperó su confianza y se adaptó. No hizo falta entrenar el doble, o llegar dos horas antes del entrenamiento e irse dos horas después, como hacía su padre. Simplemente se remitió a los cuidados e indicaciones de sus entrenadores. Pasó de jugar de 10 a 5, y se convirtió en el segundo mejor recuperador de la Premier League. Además fue el único jugador de Argentina en llegar al mundial jugando los 90 minutos en su respectivo equipo.
Nos hacía sentir el rigor para que hiciéramos esfuerzos y lo valoremos. A entrenar me mandaba en bondi
Alexis escucha sin expresiones a Scaloni y los jugadores se levantan. Al dirigirse a la cancha, no hace ningún movimiento en el cuello, gesto que sus más cercanos identifican como síntoma de nerviosismo o malestar. El jugador que va a sorprender al mundo, del que van a señalar que sin él y Enzo Fernández Messi no podría haberse llevado el título, va a meter el gol de la apertura pero no va a llorar, como lloró Di María, Scaloni, entre otros (“por suerte no quedé como un maricón”, declarará más adelante en conferencia de prensa). Antes de que comience el partido, Alexis mira al estadio e identifica la bandera de La Pampa, donde está su familia.
La noche anterior usó una particular funda de almohadas, su única cábala, pero pudo dormir tranquilamente, como si no estuviera en Qatar, como si jugara sin contexto. Mientras las superestrellas del mundo lloran, gritan, se exaltan o bajonean, Alexis, serio, mantiene casi el mismo temple al tomar mate (su actividad favorita después del fútbol -característica que cae muy bien en Inglaterra- que realiza con su novia y con sus tres amigos que mantiene y a quienes les saca los pasajes para que lo visiten) que al levantar la copa dorada. “Tiene algo muy raro, como una inconsciencia al jugar que parece no tener techo”, concluye alguien de su cercanía a Bife.
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