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La muerte de Lucio, la pueblada y la sentencia de las mujeres: Cómo se sucedieron los hechos en el caso más dramático de la historia de La Pampa

Magdalena Espósito y Abigail Páez fueron declaradas culpables de asesinar a Lucio Dupuy, el niño de 5 años que murió en la noche del viernes 26 de noviembre de 2021 por una hemorragia interna que se generó tras las sistemáticas golpizas que recibía por parte de las dos mujeres que hoy tienen 25 y 28 años.

En 2 semanas, la Justicia dictaminará la pena que les corresponde. Si las condenan por abuso sexual y homicidio agravado, como pretende la fiscalía, recaerá sobre ellas la pena de cadena perpetua y estarán presas por lo menos hasta que cumplan 70 años; no tendrán posibilidad de libertad condicional ya que esa posibilidad rige en los “homicidios simples” (según la interpretación del abogado de la familia Dupuy, en comunicación con Bife)

Quisiera volver a nacer, ser niño otra vez. No preocuparme por el mal que estoy por conocer”, twitteó proféticamente Abigail Páez en mayo del 2021, como si anticipara lo que iba a ocurrir 6 meses después.

El sábado 27 de noviembre de 2021 Santa Rosa amaneció quebrada ante la noticia del asesinato del niño Dupuy, en lo que fue uno de los hechos más dramáticos ocurridos en territorio pampeano. La noche anterior, entre las 20.30 y 21 horas, Abigail Páez (pareja de Magdalena Espósito, madre de Lucio) corrió una cuadra y media con el niño convulsionando en brazos desde la casa que compartían los tres en la calle Allan Kardec 2385, pasando por Sergio López hasta la posta sanitaria en Garay Vivas.

Recaerá sobre ellas la pena de cadena perpetua y estarán presas por lo menos hasta que cumplan 70 años

En principio Abigail fue confundida por un chico de 12 años que cargaba otro niño convaleciendo. El primer vecino que intentó salvar a Lucio pensó: “se cayeron de una monto”. Abigail llegó a la posta sanitaria, que se encontraba cerrada, gritando: “ayuda, me entraron a robar y me golpearon al nene”. Dejó a Lucio en esa esquina y los vecinos le practicaron RCP. Lucio largó una flema y recuperó algún signo vital. Luego lo cargaron en un Fiat Palio y en contra mano lo llevaron al Hospital Evita. Llegó sólo con el corazón funcionando levemente, porque tenía el resto de los órganos vitales dañados. A las 22 horas Lucio murió.

Minutos previos Abigail se había hecho llevar a su casa por una de las vecinas que asistió a Lucio. En el trayecto comentó a la conductora (enfermera jubilada) que el chico había sido violado por los supuestos ladrones. “¿Cómo sabés que fue violado?”, dijo atónita la conductora. Fue el primer indicio de que la versión de Abigail era falsa. En simultáneo, en el hospital, desvestían a Lucio y se enteraban de los múltiples golpes recientes y de vieja data que tenía. Llaman a la policía.

Abigail llegó a su casa y en moto se dirigió al Hotel Mercure donde estaba trabajando Magdalena Espósito desde las 20 horas. “¿¡Dónde está Magui, dónde está Magui!?”, entró gritando. En 10 minutos llegaron al hospital y fueron detenidas; Abigail se resistió.  

Lo que continuó es conocido; tristeza de la sociedad que se tradujo en ira: el 29 de noviembre se realizó una multitudinaria marcha hasta la Seccional Segunda (Butaló) donde estaba alojada la pareja. Los manifestantes quemaron patrulleros y destrozaron la comisaría. Querían linchar a las acusadas, pero fueron trasladadas a otra comisaría y, luego, a una cárcel en San Luis.

A las 22 horas Lucio murió

La impotencia de la comunidad se debió, por un lado, a los detalles que brindó el forense Toulouse (“En 27 años de forense nunca vi una cosa así”, declaró), quien aseguró que el niño padecía desde hacía por lo menos 6 meses hasta el momento de su muerte, distintos golpes, mordeduras, quemaduras y abuso sexual (Lucio tenía desgarro anal y encontrar ADN de las 3 personas en un consolador).

Y por otro, por la nula intervención de los organismos educativos y sanitarios, pese a que Lucio concurría golpeado al jardín, dibujaba personas sin ojos ni piernas (lo que fue considerado por una perito como un “grito” del niño en busca de ayuda) y había sido asistido en centros de salud (entre el 15 de diciembre de 2020 y el 23 de marzo de 2021, Lucio ingresó cinco veces al hospital Evita y a otros centros de atención por golpes, fracturas y traumatismos)

Los más allegados a las acusadas tampoco salían del estupor. En su momento, Bife conversó con familiares que hasta hacía pocos días habían tomado helado con el niño y su madre y no percibieron nada extraño; y con vecinos, entre ellos una empleada de una pollería que, entre lágrimas, contó que casi todos los días concurría Magdalena con Lucio que “pedía patitas de pollo y su madre se las compraba”.

De hecho, Abigail trabajaba con niños: era ayudante de cocina y les servía la comida en una Escuela Hogar de Santa Rosa. En comunicación con Bife, la dueña de la empresa de comida había dicho: “Era espectacular laburando, predispuesta… la poníamos en el lugar donde estaban los chicos porque los atendía bien. Además no tenía antecedentes, porque si no no hubiera podido trabajar con nosotros”.

En el medio, la clase dirigente se manejaba con extrema cautela, mientras la sociedad pedía respuestas. Hubo interpelaciones a ministros y secretarios, pero nadie renunció. También un dirigente del Pro, junto a la familia Dupuy, impulsó la Ley Lucio que pretende capacitar en materia de niñez y elaborar un protocolo para prevenir casos de violencia y abuso. También hubo cuestionamientos hacia la Justicia porque la jueza Ana Clara Pérez Ballester entregó –un año antes del crimen- la tenencia de Lucio a su madre sin –supuestamente- haber hechos las debidas averiguaciones.

Las acusadas fueron alojadas en el Complejo Penitenciario N°1 de San Luis. Allí dormían con mujeres que estaban presas por la misma situación que ellas (violado y/o asesinado a sus hijos). No tuvieron contacto con otras internas. Lo primero que hicieron fue confesarse con un cura y anotarse en el secundario para terminarlo. En todo el transcurso de la detención, Magdalena no recibió visitas, mientras que Abigail se encontró en varias oportunidades con su madre.    

Querían linchar a las acusadas, pero fueron trasladadas a otra comisaría y, luego, a una cárcel en San Luis

Finalmente llegó el momento del juicio con 100 testigos, entre vecinos, policías, médicos, enfermeros y familiares. Las acusadas no presenciaron ninguna jornada en la que mostraran pruebas contundentes en su contra, como la autopsia de Lucio y los chat entre ellas. Al momento de declarar, Magdalena no se mostró arrepentida, dijo que Lucio “era un nene feliz, contento de estar conmigo”, y le echó la culpa al padre por su ausencia. Abigail admitió los golpes que le propinó a Lucio antes de su muerte, pero dijo que fueron “pataditas en la cola” y que su intención “no fue matarlo”.

Otras de las frases de Magdalena fueron las siguientes: “Sinceramente esto es algo que me hace mal y, por más que en este momento yo no esté llorando y que seguramente a muchos le parezca mal, yo me mentalicé para, en este momento, ser lo más fuerte posible y hablar lo más claro que pueda para que se entienda. Pero yo a Lucio lo lloro en privado. Me parece que es más humano así que venir a llorar acá delante de todas estas personas que no me conocen y que no lo conocían a Lucio y que dijeron un montón de cosas con respecto a mí, y a mi supuesto rechazo a la maternidad. Yo me ocupaba de él”.

Por su parte, Abigail ha declarado: “No le encuentro una explicación todavía. Sé que lo lastimé, me di cuenta en el momento e intenté remediarlo. Luego, lo alcé y lo llevé a la ducha porque pensé que iba a reaccionar. Él intentaba hablar, estaba consciente todavía. Se bañó parado. El me intentaba hablar, como para decir algo, pero no le salían las palabras”. 

“Cuando estábamos en la ducha, él se estaba bañando parado. Como vi que se estaba debilitando o desvaneciendo, no sé, lo saqué de la ducha, lo tapé con su toallón y lo llevé a mi pieza. Después lo senté en la cama y me fui a buscar ropa a su pieza para cambiarlo, lo más rápido posible porque era una situación muy desesperante en la que no sabía cómo reaccionar, ni que hacer para que él se recomponga”. 

Cuando voy a buscar ropa para cambiarlo escucho un golpe y cuando vuelvo lo veo que están él estaba tirado en el piso, sin reacción. De cara al piso. Ni siquiera había apoyado las manos. Como si estuviese desmayado, no sé. Entonces yo por el mismo temor lo toqué con el pie para ver si reaccionaba y vi que no tenía respuesta de él, entonces me acerqué y lo di vuelta, lo puse boca arriba”.

Le intenté hacer RCP. No sé si lo hice bien o mal o si pudo haberlo lastimado más porque no sabía cómo hacer la maniobra como correspondía. En ese momento, lo levanté a upa y traté de ponerlo en mi hombro para que estuviera bien acomodado y no se me cayera. En ese momento el vómito cuando estábamos por salir de casa, no sé si en el comedor. Largó como una bilis, un vómito transparente. Y nada, después lo lleve a la salita. Ahí llegamos al hospital y me dijeron que había fallecido, que no tenía vida”

Abigail trabajaba con niños: era ayudante de cocina y les servía la comida en una Escuela Hogar de Santa Rosa

Todo lo que puedan decir de mi es horrible, por eso le pido perdón a las personas se hayan sentido tocadas por el tema y por toda esta situación, y que lo lloran y lo extrañan como me pasa a mi y a su mamá -acotó-. Y también quiero pedirles disculpas a mi familia y a mi mamá porque le fallé, porque ella no me enseñó estas cosas. No sé realmente lo que pasó, tengo muchas lagunas en la cabeza, y si no conté detalles es porque estoy muy traumada. Sé que él (por Lucio) me perdonó. Ojalá yo me pueda perdonar“.

Asimismo, se revelaron chats entre la pareja que demostraron las torturas que sufría Lucio. Uno de ellos, que más llamó la atención, es el que, en octubre, le mandó la mamá del niño a su novia. La conversación comenzó con dichos sobre el nene, que se portaba mal, y Abigail le dijo que lo golpeó. Ante esta situación, lejos de preocuparse por la salud de su hijo, Espósito Valenti le respondió: “Qué no se te vaya la mano que nos vamos a mandar una cagada”. Ambas discutían porque Lucio “interfiere en sus vidas” y Páez escribió, a modo de reproche: “Estoy harta. Yo tengo que estar todo el día con este pendejo”. En otra conversación, Magdalena le preguntó a Abigail: “¿Cómo le pegaste? Ya van dos veces que vomita”. Hay otra charla en la que contaron que al nene lo dejaron en el patio en penitencia un día de lluvia.

También durante el juicio declararon madres de amiguitos de Lucio. Ellas sostuvieron que la criatura pasaba hambre porque cada vez que asistía a un almuerzo o cumpleaños les llamaba la atención la cantidad de comida que ingería. Pero esa ingesta de comida de manera desmedida, por el hambre que pasaba, le trajo problemas gástricos. Esa noche, cuando volvió a su casa, vomitó. Eso derivó una nueva paliza.

En tanto, el abuelo de Lucio, Ramón Dupuy, advirtió que Abigail durante el juicio le sonrió y le guiñó el ojo. Además, apuntó contra el gobierno nacional y organizaciones de Derechos Humanos por su “falta de apoyo”. “Ningún colectivo de DDHH se acercó a nuestra familia durante todo este tiempo”, lamentó.

¿Cómo sigue el asunto? Esperar a que la Justicia dicte la pena de cadena perpetua a las culpables de asesinato de Lucio. Mientras tanto, el abogado de la familia Dupuy, Mario Aguerrido, anticipó que hará una denuncia penal contra funcionarios del Ministerio de Salud provincial y pidió que sea sometida a juicio político la jueza Ana Clara Pérez Ballester por otorgarle la tenencia del niño a su madre, Magdalena Espósito Valenti. También dijo que están analizando denunciar al Estado pampeano “en la Corte Interamericana de los Derechos Humanos y la Organización de las Naciones Unidas”.

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