Exclusivo: La verdadera historia de las vacas mutiladas del 2002

Si bien el gobierno cerró el caso culpando al ratón hocicudo como la causa de las mutilaciones, Revista Bife consiguió un informe exclusivo de la Facultad de Veterinaria de Pico que desmiente el veredicto oficial. La historia de Alberto Pariani, el investigador más riguroso, cuyos acontecimientos cambiaron su vida. Los campos electromagnéticos. El testimonio de agentes del Senasa, productores agropecuarios y veterinarios que aseguran la presencia de una tecnología desconocida en el planeta Tierra

Llegué a los casos de las vacas mutiladas y su relación con los ovnis pensando en un tema que represente a la provincia, ya que la experiencia extraterrestre en este suelo es un fenómeno que está instalado en el imaginario pampeano. Recuerdo aquellos meses de junio y julio de 2002, durante la niñez, llenos de magia. Eran momentos en que las paredes de la realidad se podían amoldar a otras posibilidades, de modo que subíamos al techo de nuestra casa con ojos chispeantes y buscábamos en la infinita noche objetos voladores y contactos con seres de otro planeta. El misterio gobernaba nuestras vidas. Eso ya no ocurre; pero ahora, a 20 años de aquellos interesantes meses de invierno, dejamos de lado los múltiples relatos paranormales que pululan en esta llanura para centrarnos en datos objetivos y testimonios verídicos. 

Porque esta no es una historia de abducciones y luces incandescentes, ni de hombres que cazan extraterrestres o mujeres embarazadas por alienígenas. Nada de eso. Esta es la historia de un enigma no resuelto: 

¿Quiénes mutilaron las vacas del 2002? 

Si bien el gobierno, a través del Senasa, decidió rápidamente cerrar el caso sosteniendo que las muertes habían sido naturales y las mutilaciones producto de un ratón hocicudo rojizo que ni siquiera habitaba en La Pampa, hemos conseguido datos y pruebas (más precisamente un informe de la Facultad de Veterinaria) que demuestra la mentira oficial.  

Pero, sobre todo, ésta es la historia de un veterinario escéptico que ingresó al mundo de la ufología y su vida cambió para siempre.

Fue así que dimos con el contacto de Alberto Pariani cuando abrimos los archivos del 2002. Dos sucesos marcaron ese año: la crisis socioeconómica y política y el fenómeno de las vacas mutiladas. En Argentina renunciaban y asumían presidentes, morían los manifestantes Kosteki y Santillán, la pobreza ascendía al 60% y comenzaban a aparecer vacas mutiladas. En abril se registró la primera, en un campo de Saliquelló. Al mes siguiente ocurrió en Leubucó y ya para junio el fenómeno estaba desatado, sobre todo en el centro del país (se habló de unos 1500 casos). Alberto, oriundo de Darregueira, tenía 35 años, un hijo y ya estaba radicado en Pico donde daba clases y preparaba su tesis doctoral cuando recibió el llamado de un policía que lo cambió todo. 

Le solicitaba su participación para analizar el caso de una vaca mutilada en el Paraje La Araña. Alberto aceptó indiferente, “un cazador más que mató a un animal”, pensó. Y siguió abocado a las tareas terrenales que le consumían el día, porque Alberto se consideraba un hombre intranquilo, un polvorín que iba a “mil por hora”; no sabía que aquel viaje iba a modificar para siempre su personalidad. 

Se subió al vehículo con Jorge Dubarry y Abel Errea, dos de sus colegas. A los costados del camino de tierra por donde viajaban, el pasto puna estaba blanco y escarchado. La camioneta tardó en llegar a La Araña. Tuvieron que pasar por el casco del campo, un sendero incómodo, difícil, a través de un guadal en el que un equipo periodístico quedó varado en la arena blanda, hasta encontrar al animal. 

La experiencia extraterrestre es un fenómeno que está instalado en el imaginario pampeano

Bajo un cielo despejado en esa helada mañana pampeana, los veterinarios vieron algo que se iba a repetir de manera idéntica y masiva durante los dos meses siguientes: una vaca mutilada con extrema prolijidad y en forma circular, sin sus ojos, oídos, lengua, genitales externos e internos, es decir, los órganos relaciones con el ciclo estral (lo que desencadena el celo en el bovino). La vaca yacía en un escenario sin signos de forcejeo ni de movimientos de tierra o vegetación quebrada, ni rastros de animales carroñeros. 

Con guantes, barbijo y delantal, Alberto se acercó al animal para realizar la necropsia. Sacó del bolsillo su celular y notó que la batería se descargaba hasta el final. Miró el cielo: una bandada de palomas se desorientó al pasar por ese punto. Con extrañeza regresó sus ojos al animal muerto, a los cortes milimétricos, a la ausencia de sangre y a los huesos limpios como una esfera de vidrio lustrada y pensó que eso no era obra de ningún carroñero. ¿Una persona? ¿Pero cómo podría actuar tan rápido, de la noche a la mañana, y en ese sitio tan inaccesible? Frente a la vaca mutilada, se detuvo un instante en esas cavilaciones hasta que miró a su alrededor y vio cómo otros animales lo rodeaban, a él y al bovino, en un círculo aislante, y comprendió que algo extraño estaba pasando. 

Mutilación de bovino

-Un campo electromagnético-, aporta Alberto, un dato poco conocido en el misterio de este fenómeno. -Un campo electromagnético se formaba alrededor del bovino mutilado durante 24 horas. Eso lo podíamos constatar porque durante un día los animales no se acercaban, se mantenían a una distancia de unos 5 metros. Además en ese círculo las baterías de los celulares se descargaban y a las personas se les caía el plomo de las muelas cariadas.

El equipo de Revista Bife está sentado con Alberto Pariani en su oficina en medio del predio de la Facultad de Veterinaria de General Pico, donde todo comenzó. Afuera hay un terreno amplio lleno de árboles y hojas que se arremolinan y edificios separados. Alberto mira por la ventana. “Qué lindo es este lugar; antes cuando estaba afuera del país trabajaba en un sitio triste y cerrado, pero a mí me gusta este lugar”, dice. 

Luego, con los ojos clavados en la pantalla de su computadora abre y cierra carpetas de las mutilaciones de ganado y otros fenómenos ocurridos desde 2002 hasta la fecha. En aquellos años trabajaba en su doctorado, pero la información que recopiló sobre fenómenos ufológicos superó la de su tesis, que quedó en un segundo plano.

Alberto Pariani, en su oficina en la Facultad de Veterinaria de General Pico

Es 2002 y Alberto toma una muestra del animal muerto y, junto a sus colegas, cortan partes del ganado para estudiarlas detenidamente en el laboratorio. A partir de acá comienzan a sucederle una serie de hechos espeluznantes que hasta el día de hoy no puede explicar.

15 días después de su primer encuentro, recibió otro llamado extraño. Era la voz de una mujer que hablaba un español americanizado. Le explicaba ser la secretaria del doctor Colm A Kelleher, un investigador que desde los años 70 estudia las mutilaciones en Estados Unidos. Se presentaron.

Están pasando un primer pico de animales mutilados- le dijo el doctor.En los próximos 20 días tendrán otro pico y luego van a tener casos aislados.

Aunque no sean noticia, hasta el día de hoy hay un promedio mensual de entre 2 y 12 bovinos mutilados en La Pampa. 

Un campo electromagnético se formaba alrededor del bovino mutilado durante 24 horas. Eso lo podíamos constatar porque durante un día los animales no se acercaban

Colm A Kelleher pasó a describirle las mismas características con las que se había encontrado Alberto: desaparición de órganos vinculados al ciclo estral, cortes quirúrgicos, ausencia de sangre y huesos limpios.

Van a ver animales vivos y al día siguiente los encontrarán mutilados– agregó el norteamericano.

Alberto escuchaba atento. Le dijo “doctor, lo invito a que venga para que estudiemos juntos los casos”. El doctor le respondió que si llegaba a encontrar algo más que él, venía a Argentina.

Van a llegar hasta un momento determinado de la investigación. Van a encontrar oxindole en lo animales y luego no avanzarán más, todo se repetirá una y otra vez.

Y así fue. Alberto no avanzaría más en su investigación, quedaría estancado en el raro descubrimiento del oxindole, un producto anestésico que tenían inyectadas las vacas y que en contacto con el oxígeno genera que las vísceras se tornaran verdes fosforescentes. 


A principios de julio el ganado mutilado era el tema central de Argentina. Animales sin tráquea, esófago, lengua, ojos y genitales aparecían diariamente en distintas partes acompañadas de teorías como la del chupacabra, sectas brasileras y marcianos. Alberto trabajaba intensamente y ya tenía soltura para hablar con periodistas que hacían preguntas típicas en busca de sensacionalismo.

Un reportero (otro estadounidense) le empezó a consultar cómo guardaba la información y dónde la tenía. Alberto le preguntó para dónde trabajaba y este respondió que vendía la información al diario que más le pagase. Pero descubrió, más tarde, gracias al doctor Colm A Kelleher, que el periodista era en realidad un agente del FBI. 

Alberto empezó a tener más cuidado para moverse por General Pico. Esa noche prácticamente no durmió. El teléfono de su casa no paraba de sonar y del otro lado solo se escuchaba un prolongado cuchicheo, voces suaves, susurros inentendibles. Sin dejarse capturar por la paranoia, miró a través de su ventana y notó la presencia de un auto negro estacionado, que lo iba a volver a ver en reiteradas oportunidades. Por la mañana se dirigió al laboratorio donde guardaban las cabezas de los ganados mutilados y quedó perplejo al descubrir que el freezer que las mantenía estaba apagado y toda la evidencia, podrida.

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Fragmentos del informe que fue entregado al Senasa

Con las “tareas terrenales” de hombre de familia y de profesor en un segundo plano, con su tesis doctoral a medio terminar, Alberto depositó el 100% de sus energías en estudiar el increíble fenómeno. Después de registrar una cantidad importante de casos, él y sus colegas –Rosa Álvarez, Jorge Dubarry y Abel Errea- decidieron que era momento de asegurar lo que no estaba pasando: que las mutilaciones no eran producto del ratón hocicudo, ni de la avispa asesina, ni del chupacabra.

El informe, que descartaba las hipótesis que se barajaban pero no aseguraba quién era el autor de dichas mutilaciones, estaba impreso y guardado en el maletín del rector de la Facultad de Veterinaria. El rector estaba viajando a Buenos Aires para presentar toda la información ante el Senasa, cuando tuvo un accidente automovilístico. Nadie salió herido de gravedad, pero el maletín no apareció nunca. Fue, curiosamente, el único elemento perdido en el siniestro. 

Más adelante se pudo presentar el informe a los directivos del Senasa. Sin embargo, el organismo oficial desoyó la información de los investigadores y concluyó el caso al sostener que las muertes eran por causas naturales y las mutilaciones producto del ratón hocicudo rojizo, roedor que ni siquiera habitaba en La Pampa. En aquel momento mostraron un video del ratón comiendo una lengua de vaca.

Pariani muestra el informe a un cronista de Revista Bife

¿Por qué el Senasa hizo oído sordo al informe de los veterinarios piquenses? 

Contactamos a Daniel Belot de Saliquelló, otro veterinario que por entonces trabajaba en el Senasa, y estaba metido de lleno en la investigación hasta que el organismo dio por concluido el caso. “Me dio mucha bronca, fue una falta de respeto”, adelantó a Revista Bife. Acá es donde aparece en la historia Chiche Gelblung, porque el reconocido periodista le anticipó, durante el corte de uno de sus programas en el que había sido invitado Belot, que en las semanas siguientes el gobierno le iba a echar la culpa a un carroñero y los medios iban a dejar el tema para el olvido. En ese momento Belot no le creyó.

Chiche nos dijo fuera de cámara que todo el material que recopilamos se iba a guardar en el cajón de una oficina de Estados Unidos y que iban a inventar un predador. Y que la prensa no le iba a dar más cabida. En ese momento nos pareció una boludez, pero fue la verdad, porque terminó en eso. Unas semanas después, el gobierno nacional mostraba un video de un ratón hocicudo comiendo una vaca…¿pero cuántos ratones necesitás para comer 5 kilos de carne? Fue una locura.

Corría el año 2002. Primero Daniel Belot y luego Alberto Pariani explican los acontecimientos en el programa de Chiche Gelblung

-¿Cómo te sentiste con esa decisión del gobierno? -se le pregunta a Belot.

-Con mucha bronca, porque todo el esfuerzo que habíamos hecho se tiró a la basura. Nosotros trabajamos de manera seria, con hipótesis confiables, aunque nos faltaran elementos para determinar algo concreto. Pero decir que fue el ratón, lo sentí como una total tomadura de pelo, una falta de respeto. Me desligué totalmente de estas situaciones. 

-¿Chiche cómo sabía que iba a pasar eso?

Esos periodistas manejan mucha información. Además esto ya había ocurrido en otros lugares y épocas. Siempre encuentran a un predador que desestime todo lo que se investiga. 

El misterio del ganado mutilado se repitió en distintas épocas y lugares. En Estados Unidos ocurrió en los años 70, contabilizaron más de 10 mil casos iguales a los que se vio en Argentina. En 1979 el FBI realizó una investigación. El titular de la misma fue Kenneth Rommel. La investigación duró un año. Rommel afirmó que los casos que él analizó podrían ser atribuibles a causas naturales.

No obstante empezaron a surgir teorías de sectas brasileras, extraterrestres y el chupacabra. La teoría del chupacabra comienza en el 95 en Puerto Rico. Luego se expande a México, Estados Unidos, Chile, Argentina, Rusia, Filipinas y China. Su apariencia varía según quien la cuente. Primero se lo describió como un oso pequeño que caminaba en dos patas. Y después se lo describió como un perro salvaje. Sin embargo éstas son conclusiones de “la gente”. Los investigadores descartan todo y no pueden asegurar nada.

El Senasa desoyó la información de los investigadores y concluyó el caso al sostener que las muertes eran por causas naturales y las mutilaciones producto del ratón hocicudo rojizo, roedor que ni siquiera habitaba en La Pampa

-¿Por qué el Senasa determinó lo del ratón? Vos trabajabas ahí, ¿qué te decían en los pasillos?

Es un organismo oficial el Senasa, y yo trabajo en él. Como organismo oficial responde a las órdenes de más arriba y por lo tanto los funcionarios tuvieron que agachar la cabeza y asumir lo que venía de otros lugares, más precisamente de afuera del país. 

Daniel Belot, del otro lado del teléfono, revela que muchos de los casos de mutilaciones estaban asociados con otro fenómeno más extraordinario: la desaparición de agua de tanques australianos. “Al principio pensábamos que era una pérdida, pero lo volvíamos a llenar y no se descargaban. Hubo tanques de 100 mil litros de agua que desaparecieron de la noche a la mañana sin dejar ningún tipo de rastro”, cuenta Daniel.

Gracias a él, llegamos a Marcelo Peroy, también de Saliquelló, el primer productor ganadero en denunciar legalmente la muerte y mutilación de sus animales. Sin embargo, Marcelo no quiere hablar. 

Salliqueló: “Capital provincial del novillo tipo”

“No quiero salir en ningún lado. No quiero hablar. A mí se me rio la gente en la cara. Yo soy una persona grande y no tengo que darle explicaciones a nadie. Fue muy feo lo que dijeron, me dolió mucho. Es muy feo que se te rían por algo que es cierto. Yo jamás mentí, soy una persona respetable y no creo que merezca esto, porque la gente común me trataba de loco. Me llevaron a una radio y se me rieron. Otros que se me rieron después les pasó lo mismo que a mí. Yo les dije: ‘Dale, ahora ríete, boludo’. Si te contara bien lo que me pasó, qué ratón hocicudo y ratón hocicudo… es algo muy raro. Llamame mañana a las 6 de la tarde”, pero Marcelo no volvió a atender el teléfono. 


Rosa Álvarez es una de las colegas más cercanas de Alberto. Es una de las 4 veterinarias que firmó el informe enviado a Senasa. Nos contactamos con ella y contó la misma historia que Alberto, pero aportó un dato más. 

-Hay cosas que yo no publiqué, que las tengo guardadas, como bacterias que no son comunes en sangre. Este tipo de bacteria no invade la sangre, sino que queda en el lugar, pero acá estaban en todos los órganos y no tenían razón de ser. 

-¿Por qué no lo publicó, Rosa?

-Porque no tenía dónde publicarlo. Ya habían tomado la decisión de decir que había sido todo por el ratón hocicudo. 

Hubo tanques de 100 mil litros de agua que desaparecieron de la noche a la mañana sin dejar ningún tipo de rastro

Lo que más les llamó la atención a Alberto y Rosa, sin embargo, no fueron estas bacterias, ni los cortes quirúrgicos, ni la ausencia de sangre u olor. Lo que más les sorprendió fue la desaparición absoluta del periostio, una membrana adherida a los huesos que sirve para su nutrición y regeneración. “No quedaba ni una marca de bisturí o de láser, nada. Era terrible. Quisimos replicar esos cortes con un montón de cosas y no pudimos. El nivel de precisión era muy alto”, dice Alberto. “Es obvio que ningún carroñero, que despedaza la carne, puede hacer eso”.

También piensa así Daniel Belot: “Me llamó poderosamente la atención que quedara el hueso desprovisto, eso era lo más increíble. Existen mutilaciones, por ejemplo el zorro, el gato montés o el perro salvaje suelen mutilar, pero quien hizo este tipo de cosas utiliza una tecnología que nosotros no tenemos”.

Ganado mutilado en forma circular con hueso absolutamente limpio

Cuando todo pasó, cuando el Senasa cerró el caso y la crisis socioeconómica y el Caso Rímolo empezaron a ocupar las portadas de los medios de comunicación, Alberto Pariani y Rosa Álvarez siguieron investigando de manera extraoficial las mutilaciones, decisión que les costó -se especula- una grave enfermedad en el sistema nervioso.

-Las dos personas que más trabajamos, Rosita y yo, quedamos con Parkinson- dice Alberto, con un temblor visiblemente intenso en la mano derecha, apoyada sobre el mouse.

-Como no tenía antecedentes genéticos de ningún tipo, empecé a preguntarme por qué me ocurría esto a mí.

Le detectaron la enfermedad a sus cortos 45 años, en el 2012.

-Y qué casualidad que las dos personas que más contacto tuvieron con las vacas mutiladas hoy tienen Parkinson. 

Revista Bife se contactó con distintos ufólogos y uno de ellos confirmó, aunque pidió confidencialidad, que actualmente se está analizando algún tipo de radiación en diversas zonas porque otras 4 personas que estudiaron de cerca en La Pampa los casos de las vacas mutiladas hoy, llamativamente, tienen Parkinson.

Las dos personas que más trabajamos, Rosita y yo, quedamos con Parkinson

-Desde el punto de vista científico no se puede demostrar nada. Pero yo empecé a investigar y descubrí que el campo electromagnético podría producir alteraciones neuronales dice Alberto.

Nos contactamos con el neurólogo Eduardo Koller y, si bien aseguró que los estudios muestran que un campo electromagnético no puede generar alteraciones neuronales ni Parkinson, concluyó diciendo: “Igual viste como es esto: lo que para la ciencia hoy es verdad, mañana puede ser mentira”.



Está por finalizar nuestra charla porque Alberto tiene un compromiso impostergable. Seguimos en su oficina en la Facultad de Veterinaria, y le pregunto realmente qué pasó en aquellos meses del 2002.

“Yo era totalmente escéptico. Al principio resistí en ese pensamiento, pero vi de entrada que había algo muy raro, por los tipos de cortes y por los sitios inaccesibles -muchos que sólo se podía llegar por aire- en que se encontraban los animales mutilados de la noche a la mañana. Las mutilaciones eran de noche, sin ruido, a veces con luces. Era una tecnología que nosotros no manejábamos”, responde.

-Pero realmente, ¿qué fue lo que ocurrió, quienes estaban detrás de todo?

-No lo sabemos. Yo estoy seguro que es la presencia de seres de otro planeta por todo lo que te conté. Pero no te lo puedo demostrar. Nadie puede demostrar nada en esto. Podemos decir lo que no es, pero no lo que es, ¿se entiende?

Alberto Pariani

-Me contó que antes se consideraba un polvorín, ¿en qué cambió su vida luego de involucrarse con este fenómeno?

Vivía a mil por horas. Creía que irremplazable. Pero después, extrañamente, bajé lo decibeles. Empecé a vivir de otra manera, tranquilo. Me preocupo lo justo y necesario, sabiendo que si yo no estoy para hacer algo, otro lo puede hacer.

-Empezó artes marciales…

-Sí. Las artes marciales es un modo de vida que uno elige. Una filosofía de vida. El control del espíritu, cuerpo y mente. Esto genera modificaciones en uno. Te preparás toda la vida para una lucha que no vas a tener nunca.

Yo estoy seguro que es la presencia de seres de otro planeta por todo lo que te conté. Pero no te lo puedo demostrar

-Como con el fenómeno de las mutilaciones, se investiga toda una vida para tener una verdad que, aparentemente, no se va a llegar.

-Puede ser…

-¿Y te arrepentís o renegas de que te hayan llamado aquel mes de junio del 2002 para estudiar el fenómeno?

-Al contrario, lo agradezco. Como te dije: cambió mi vida.

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