Según las conclusiones de las últimas pruebas Aprender 2019, el 72% de los estudiantes que terminan la secundaria no cumplen con los saberes satisfactorios en matemática. Es decir que si uno entrara a un aula de 10 chicos y chicas, 7 se desempeñaría por debajo de los niveles satisfactorios. Y de éstos, 4 alumnos no alcanzarían el nivel básico. Los resultados fueron ratificados por otra evaluación: ERCE, organizada por Unesco en Latinoamérica y el Caribe, cuyos resultados se dieron a conocer a fines de 2021, y en donde Argentina obtuvo el peor resultado histórico, ubicándose por primera vez por debajo del promedio regional.
“La educación está en emergencia, como docentes lo vivimos hace rato. Este tipo de planteos quedan en los pasillos o en las jornadas institucionales. El Ministerio no se hace cargo de las problemáticas que les planteamos”, dice Marina (41), docente de un colegio segundario de Santa Rosa, en conversación con Revista BIFE, quien además integra Docentes por la Educación, una red nacional que surgió recientemente para “luchar por la calidad de la enseñanza” y en contra de medidas “facilistas” propuestas desde el Consejo Federal de Educación, como el paso de año automático de 2020 a 2021, la suspensión de mesas de exámenes, la agrupación de materias por áreas y la posibilidad de promocionar con hasta dos áreas sin aprobar, entre otras.
Nos quedamos con los protocolos y los papeles y las palabritas que son muy lindas, pero la realidad del aula la conocemos muy poco
“A más flexible la educación, menor es la calidad educativa. Ahora vemos que muchos estudiantes que egresan son analfabetos funcionales. Tienen falencias en lengua y matemáticas. Algunos demonizan las evaluaciones internacionales, pero lo que se pide es compresión lectora y resoluciones básicas de matemáticas”, expresa Marina, que fue contactada por este medio luego de una entrevista que se le realizó al referente del liberalismo de Milei en La Pampa, Luciano Ortiz, quien dijo que su espacio político (Partido Libertario) ha crecido en los últimos meses de la mano de comerciantes, desempleados y docentes que se acercan y tocan las puertas de las “ideas de la libertad”.
“Se notan mucho las falencias de estos dos años que estuvieron sin colegio. Estamos en una situación muy dramática”, alerta. “Pedimos que el gremio y el Ministerio vayan a las aulas y vean, porque nos quedamos con los protocolos y los papeles y las palabritas que son muy lindas, pero la realidad del aula la conocemos muy poco”, dice Marina, que adelantó a Revista BIFE una encuesta que será pública la semana que viene, en la que el 50% de los docentes asegura haber vivido situaciones de violencia.
“La libertad de expresión es otro tema, porque hay miedo de hablar, de ir en contra de lo que se dice, pero cada vez menos, porque lo que estoy diciendo yo lo piensan muchísimos docentes. Por ejemplo hablamos de inclusión, pero no se discute cómo incluimos. Sentimos la soledad en las aulas. No queda bien que una docente diga ‘no puedo incluir’, pero el tema es que nos den las herramientas para incluir. Esa soledad dentro del aula es lo que frustra”, finaliza.