El Tribunal de Impugnación Penal confirmó la absolución del mecánico Heraldo Cristian Tarrío por el delito de homicidio culposo y estrago culposo, por el beneficio de la duda, en perjuicio de Oscar Juan Moronta.
La Sala B, conformada por la jueza María Eugenia Schijvarger y juez Fernando Rivarola, así lo hizo saber al no hacer lugar al recurso de impugnación presentado por la fiscala achense Paula Soledad Duscher. De esta manera, el TIP ratificó la sentencia absolutoria dictada, el 6 de julio del año pasado, por el juez de audiencia santarroseño, Andrés Olié.
¿Cuál fue el hecho? El 29 de mayo de 2018, en General Acha, Moronta (75 años) sufrió heridas a raíz de la explosión de un tubo de GNC de su camioneta, que estaba estacionada en el garaje de su casa, al querer prender una estufa. La víctima falleció casi un mes más tarde. Tarrió, un empleado de un negocio de venta y colocación de equipos de GNC, había controlado unos días antes el sistema de la Ford Eco Sport y le había cambiado un manómetro. Por eso la fiscalía argumentó que existió un obrar negligente suyo en dos acciones (la calibración del sistema de GNC y el cambio de manómetro) y que ellas tuvieron relación de causalidad con la explosión y, consecuentemente, con la muerte de Moronta.
Fallo detallado y extenso
Schijvarger y Rivarola, en un extenso y detallado fallo –donde trascriben textualmente los dichos de los testigos– señalaron que “todos los expertos coincidieron en afirmar que el olor a gas es lo que da la pauta de que hay una pérdida que debe ser revisada” y que, cuando el vehículo ingresó al taller, “nadie habló de pérdidas de gas, sino solo de un consumo excesivo”.
Indicaron que “luego de la explosión, los bomberos y el hijo de la víctima dijeron en el juicio que oyeron el ruido de la fuga de gas; pero cuando llevaron el auto al taller nadie sintió olor a gas, ni ruido de salida de gas y, además, se hizo la comprobación de fugas con agua jabonosa con un resultado negativo. Por ende, no quedó en claro cuándo empezó a perder gas ni por qué”.
Sobre la decisión de cambiar el manómetro, los jueces explicaron –también basándose en distintos testimonios– que “no produce pérdidas de gas significativas” y acotaron que no hubo coincidencias acerca de ese trabajo debía hacerse con el capot abierto o fuera de él. Por ello, afirmaron que “no se supo si (el manómetro) lo cambió bien o mal porque el equipo no está más y no se pudo constatar eso”.
Más adelante, el TIP dijo que “los testigos también corroboraron que Tarrío hizo la prueba de fuga con el método tradicional de esponja y agua jabonosa, sin que surgieran pérdidas (…) Algunos opinaron que el método de la esponja era mejor que la detección con aparatos, mientras que otros profesionales indicaron que el Ente Nacional Regulador del Gas obliga a verificar las fugas con estos últimos, y que lo correcto y diligente era chequearlo con los medidores y no con jabón. Sin embargo, tal como reconoció la parte recurrente, se ignora si en el taller donde Tarrío trabajaba como empleado, se contaba o no con los aparatos medidores de fugas que exige el Enargas”.
No hubo peritaje
La fiscalía cuestionó, además, que si el mecánico realizó un “mantenimiento general” de la camioneta –había ingresado dos veces al taller en una semana–, por qué no revisó la electroválvula.
“En primer lugar, este ‘no control’ de la electroválvula no fue incorporado como omisión culposa en la acusación. Y, en segundo lugar, al no poderse peritarse el auto porque se desmanteló el equipo de GNC, tampoco pudo constatarse a ciencia cierta que eso fue lo que andaba mal“, subrayaron Schijvarger y Rivarola.
“Postular que la verificación de ese componente del sistema fue la acción diligente no hecha por el imputado, no fue incluida como omisión negligente dentro de la acusación y surgió a posteriori; como una esperable deducción de lo que los ingenieros y técnicos explicaron, pero no surgió de una constatación concreta sobre el equipo de GNC, ni tampoco la defensa se defendió en juico de una imputación omisiva”, acotaron.
Por último, el TIP concluyó que “la cuestión de si Tarrío actuó dentro del ámbito de responsabilidad de otro” (en alusión a Norberto Ferretti, responsable técnico del taller) “resultó abstracta pues no se pudo probar que los hechos por los que fue llevado a juicio y por los que se defendió (calibración y cambio de manómetro) hayan sido hechos defectuosamente, con negligencia o incumplimiento de los reglamentos, como como tampoco que ellos hayan sido la causa de la explosión”.