EXTRAÑO EPISODIO EN SANTA ROSA TRAS EL HALLAZGO DE UN MUÑECO DE TELA: “LOS PERROS LO DESENTERRARON Y COMENZARON A GIRAR ENLOQUECIDOS”

Un joven de unos 30 años vivió una situación tan insólita como perturbadora este miércoles por la tarde, mientras paseaba a sus perros por la colectora de la Ruta Nacional 35, a la altura del vivero provincial.

Según relató a BIFE, los animales tiraron con fuerza de la correa a unos veinte metros de donde él se encontraba y, tras escarbar, dejaron al descubierto un muñeco de tela semienterrado.

La escena llamó la atención de inmediato: los perros no solo lo desenterraron y revolearon, sino que comenzaron a girar en círculos alrededor del objeto, como si estuvieran alterados por su presencia.

“De golpe los dos tiraron para el mismo lado, como si hubieran olfateado algo raro. Cuando me acerqué vi que estaban rascando la tierra y salió ese muñeco, todo sucio. Después empezaron a dar vueltas alrededor, como enloquecidos, además comenzaron a hacer arcadas, como si quisieran vomitar y la verdad es que me dio una impresión enorme. Nunca los vi reaccionar así”, contó el joven a BIFE.

El muñeco, confeccionado de manera rudimentaria y con signos de haber estado bajo tierra algún tiempo, se encontraba enterrado de manera parcial, lo que sugiere una colocación intencional más que un simple descarte.

El hallazgo se enmarca dentro de una práctica que, aunque muchas veces se asocia al misterio o a la superstición, tiene un fuerte arraigo cultural: el entierro de muñecos en rituales de brujería.

Desde la antigüedad, distintas culturas utilizaron figuras de barro, cera o tela como representaciones simbólicas de personas o situaciones. En la brujería europea medieval, estos muñecos -llamados poppets- se enterraban para dañar, separar o cortar vínculos.

En África, los nkisi cumplían funciones similares, aunque también se usaban para la sanación. Con la llegada de estas tradiciones a América, se fusionaron con creencias indígenas y católicas, dando lugar a rituales que todavía persisten en el folklore rural latinoamericano.

En la actualidad, los entierros de muñecos suelen relacionarse con intentos de “sepultar” enfermedades, conflictos de pareja o energías negativas.

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