El magistrado dio por probado que una madrugada, Calvo (42 años) “causó un incendio en el interior del taller mecánico/lubricentro ubicado en calle Borges (de Santa Rosa) –tres focos–, provocando daños materiales totales (dos camionetas que estaban estacionadas, el portón de madera de ingreso y egreso y el techo de machimbre, entre otros bienes), todo ello de conformidad al informe del cuerpo de bomberos”, indicó el fallo. Los vehículos Toyota 4×4 pertenecían a clientes del propietario del taller.
Besi, en los fundamentos de la sentencia, señaló que “de la filmación obtenida de una cámara de seguridad colocada en el interior del taller, se ve perfectamente a una persona provocando el incendio, arrojando un líquido al portón de ingreso, en el interior de dos camionetas y acercando a los tres lugares un papel prendido fuego”. Más detalladamente agregó que era una persona “con ropa oscura y cuellito polar y gorro, derramando material altamente inflamable (presuntamente nafta)”.
El damnificado y su esposa reconocieron a Calvo –con quien habían sido amigos y compartido cumpleaños, cenas y salidas y hasta supo cuidarlas la casa cuando se iban de vacaciones– por “sus características físicas, la estatura, sus movimientos, la manera de caminar y su vestimenta”. Otros tres testigos, que conocen a la víctima y al agresor, también lo individualizaron, más allá de no verse su rostro en la filmación, por “la forma de caminar y moverse, la vestimenta y la estatura”.
Una pericia sobre la ropa secuestrada a Calvo concluyó que “por las sustancias halladas en la campera polar puede decirse que estuvo cerca de un calor intenso”.
Durante el debate oral, “tanto el imputado como testigos ofrecidos se refirieron a la existencia, años pasados, de una deuda dineraria del matrimonio a Calvo –expresó Besi–. Teniendo en cuenta lo manifestado por el denunciante y su esposa, contadora pública, ella le llevaba la contabilidad al acusado cuando eran amigos y se frecuentaban.


