Un episodio de robo volvió a tensar la madrugada en el barrio Obreros de la Construcción, territorio donde un joven de 18 años acumula un largo prontuario que, según datos obtenidos por BIFE, comenzó cuando apenas tenía 13 años.
Desde entonces, su nombre se repite en denuncias por robos, daños y episodios vinculados al uso de armas de fuego, siempre en la misma zona y con idéntico patrón de violencia.
“Siempre nos trajo muchos problemas”, admitieron desde la Seccional Segunda, consultada tras el nuevo hecho.
El último episodio ocurrió este lunes alrededor de las 5:30, cuando un llamado al 101 alertó que un muchacho había ingresado a un comercio ubicado en la esquina de Raúl B. Díaz y Aconcagua.
Tras romper la vidriera de una tienda, el sospechoso escapó caminando hacia el sector de los tanques de agua, creyendo que la oscuridad del predio sería suficiente para esconderse.
Pero cuando los móviles policiales llegaron al lugar, lo encontraron agazapado entre los arbustos, intentando ocultarse.
Allí mismo fue reducido y trasladado a la dependencia policial. Entre la vegetación, los agentes hallaron pantalones, zapatillas y remeras nuevas, aún con sus etiquetas, elementos luego reconocidos como los sustraídos del local.
La historia del detenido, sin embargo, excede este nuevo golpe fallido.
Según registros policiales, todos sus delitos se concentran en el mismo barrio. El contexto en el que creció fue propicio para lanzarse, casi sin ninguna otra posibilidad, a la vidadelictiva.
De acuerdo a averiguaciones de BIFE, su padre también fue “conocido en el ambiente”, aunque aseguran que desde hace un tiempo, la Iglesia Evangélica logró transformarlo, alejándolo de los problemas con la ley.
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