Después de la pandemia, los bares santarroseños adoptaron una medida global: limitar la noche. Con tope horario a las 3 AM y permanencia restringida en mesas, barras o rincones oscuros donde suena una playlist genérica de Spotify. Para las bandas fue aún peor. Los pocos lugares que permitían armar una batería empezaron a darle la espalda a la cultura que moldeó a la juventud desde mediados del siglo XX. El límite de horario continúa, pero hoy hay señales positivas para quienes todavía eligen dedicar su ocio a la distorsión, y para quienes la ejecutan.
Esa no fue la premisa original de Ruda Bar, que abrió hace un año como un ambiente chill, con DJs y fiestas electrónicas. Pero desde hace algunos meses, apostó al rock. Y acertó. Un patio techado, una barra frente al escenario y baños en un sector abierto hacen del lugar un respirador para bandas que buscan una alternativa a Jake al Rey, que desde hace más de una década sostiene con esfuerzo la noche rockera.
El viernes 1 de agosto fue el debut de I Love Daiana en Ruda. Con su convocatoria habitual, llenaron la capacidad máxima de 120 personas. Viejas y nuevas caras, en busca de ese refugio llamado rock and roll, coparon el lugar. ILD arremetió con sus hits mientras yo buscaba un hueco entre un público encendido.
Un formoseño, peón de campo, con chomba de Malvinas, fue confundido con un patovica cuando un grupo de chicas le pidió permiso para salir a fumar. “Tanta cara de milico tengo”, se preguntó. El Tanchi, ícono del punk local, me comentó su método de composición. Un blusero me habló de su proyecto tras escuchar que soy de BIFE, mientras José Tomás lanzaba su letra filosa: “Las manos en el fuego por vos / ¿Correrías ese riesgo por mí? / Siempre la misma situación / A todo o nada, matar o morir.”
Los pibes de Questo Quelotro craneaban su fecha entre seca y seca. Un padre con remera de los Stones me contó orgullosamente del debut blackmetalero de su hijo. Las heladeras se vaciaron de Budweisers y Coronas. Los packs de agua, intactos. Señal inequívoca de que el virus del rock encontró un nuevo huésped en el centro. Ruda emerge como escenario para una movida que continúa entusiasta.
