Por el frío y el corte del gas, internan a la beba de una de las madres que usurpó una vivienda en Toay: “Son inhumanos, les importan más las casas que nuestros hijos”

Luego de que las autoridades de Toay restringieran la posibilidad de conectar los servicios básicos en las dos casas usurpadas hace poco más de un mes, las dos madres con sus hijos están viviendo un calvario. La beba de 8 meses de una de ellas llegó a tener 39,5 de fiebre y tuvo que ser internada de urgencia.

 “Los médicos me dijeron que si mi hija alcanza los 40 grados puede convulsionar y puede correr riesgo su vida”, alerta, preocupada, Florencia López (20), en comunicación con BIFE. “Me dijeron que la tengo que mantener calentita pero la garrafa no calienta nada, le puede agarrar una neumonía, se puede morir”.

Hace poco más de un mes, Florencia y Antonella Villalba (25) no pudieron afrontar el pago de sus alquileres y quedaron en situación de calle. Tiempo después ingresaron a dos viviendas desocupadas del barrio Los Profesionales de Toay.

Desde que viven ahí, tienen un patrullero que hace guardia las 24 horas. Por las noches las madres prenden velas y entre las dos comparten una sola garrafa que no calienta más de medio metro.

El frío intenso está perjudicando la salud de Antonella –que apenas puede hablar-, pero sobre todo la de su hijo más pequeño (2), que tiene broncoespasmo y no se puede hacer nebulizaciones ya que carecen de energía eléctrica. Esta situación, según cuenta, le produjo una bola de mocos detrás de su nariz.

“Los doctores le dieron un spray, pero si no funciona lo van tener que operar para sacarle esa bola”, informa Florencia.

Ningún organismo del Estado o por fuera de él, se ha acercado para proteger a los menores del frío y del hambre. “Son inhumanos porque no les importan los chicos, les importa las casas”, dice Florencia.

“Desde Desarrollo Social y Humano nos cortaron los servicios y ahora nos dicen que es nuestra culpa que nuestros hijos estén enfermos. Dicen que un juez tiene que decidir. En Derechos Humanos nos dijeron lo mismo”, denuncia.  

“Nuestra vida es muy triste, tenemos a la policía que en medio de la noche prenden el motor del patrullero para hacer ruido y despertar a los chicos. Cocinamos en el patio con fuego y ahora nos dicen que en dos meses nos van a dejar de nuevo en la calle”, concluye.

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