Fallo histórico: propietario quería cobrar casi 400 mil pesos y la justicia pampeana resolvió a favor de inquilinos

Una pareja de inquilinos, Carolina Folmer y Mauro Bongianino, emprendieron una ardua batalla judicial luego de verse saturados tras los sistemáticos abusos que recibían por parte del propietario (de quien se pidió reservar la identidad) del departamento que alquilaban. En lo que fue un fallo histórico, la justicia pampeana les dio la razón a los inquilinos y desestimó las demandas del dueño, quien pedía casi 400 mil pesos y ahora deberá hacerse cargo de los honorarios de los abogados de Folmer y Bongianino.

La gota que rebalsó la paciencia de dicha pareja fue la rotura de la bomba elevadora de agua del edificio. En dos oportunidades habían pagado el arreglo, pero cuando se rompió por tercera vez, el dueño compró una nueva bomba y reclamó el dinero a los inquilinos. “Los dos arreglos de la bomba no nos correspondía porque eran cuestiones del edificio, pero bueno, para no generar problemas lo afrontamos. Cuando se rompió por tercera vez y el dueño quiso que nos hagamos cargo de una nueva bomba, nos plantamos y empezó el conflicto”, cuenta a Revista BIFE Carolina Folmer.

En mayo del año pasado Folmer y Bongianino habían renovado el contrato, un contrato precario, con clausuras abusivas, “pero como uno tiene que vivir accede a cualquiera cosa”, dice Folmer, trabajadora social. Hacía dos años que vivían en ese departamento soportando diversos y usuales abusos que se han naturalizado entre inquilinos: intereses descabellados si se paga después del día 5 y arreglos estructurales del edificio (como destapes de cañerías). Pero cuando se negaron a afrontar los gastos de la bomba elevadora de agua, la situación se tornó hostil.

“Se puso muy agresivo. Cada vez que íbamos a pagar el alquiler –porque incluso en el medio de la pandemia nos exigía que fuéramos a pagar en efectivo a su lugar-, nos pedía el dinero de la bomba o que nos fuéramos, que nos iba a dejar en la calle. No nos quedó más remedio que consultar con abogados”.

La pareja recurrió al estudio de Omar Gebruers y Magalí Sánchez. “Tuvieron mucha paciencia, nos asesoraron muy bien”, destaca Folmer. Le pidieron al dueño una cuenta de CBU para depositar el alquiler y no tener que lidiar personalmente cada mes, pero el propietario se negó.

“Nuestros abogados nos propusieron abrir una cuenta judicial y empezamos a depositar ahí la plata del alquiler. El propietario, entonces, nos empezó a mandar cartas. En una de ellas desconoce el contrato y nos quiere desalojar. Exigía el pago en efectivo y el pago de la bomba”.

Luego de tres meses de conflictos, en agosto del 2021 los inquilinos decidieron mudarse por la insistencia de las cartas documentos en la que advertían que les iban a cortar los servicios.  

“En noviembre tuvimos una mediación, y ya no nos reclamaba más el pago de la bomba sino que quería cobrar unos intereses por casi 400 mil pesos. ¿Cómo había sacado esa cuenta? Él decía que no podía acceder al dinero que depositábamos en la cuenta judicial y que por culpa nuestra no había podido alquilar el departamento de modo que tenía pérdidas económicas”, explica.

“Había algo muy loco y descabellado en su planteo, que puede reflejar la impunidad que tiene, porque él reconocía los pagos del alquiler que hacíamos pero desconocía el contrato. Era totalmente contradictorio”, señala Folmer.

Finalmente la jueza Adriana Pascual determinó la semana pasada que la pareja de inquilinos habían tenido voluntad de pago, mientras que el propietario no había tenido la voluntad de pasarles una cuenta donde depositar el dinero del alquiler, dejando sin opción a los jóvenes más que la de abrir una cuenta judicial. Asimismo, la jueza reconoció que había una relación contractual teniendo en cuenta los recibos de pagos y porque les reclamaba la bomba, más allá de que el propietario en la práctica nunca firmó dicho contrato.  

Los primeros dos años agachamos la cabeza, porque la verdad es que nosotros laburamos y nadie quiere conflictos. En el estudio jurídico nos asesoraron y nos explicaron que hay cuestiones estructurales del edificio que se tiene que hacer cargo el propietario, entonces ahí dijimos basta, porque habíamos gastado un montón de plata, y si dábamos el brazo a torcer él se iba a envalentonar y a pedirnos más cosas, porque siempre fue hostil, intimidante, esa es la manera que tienen para que uno agache la cabeza”, finaliza Carolina Folmer en exclusiva con BIFE.

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